30 millones de votos prueban que el pueblo mexicano quiere empezar a cambiar su historia, acabar de una vez con el abrazo incestuoso entre corrupción y crimen. Andrés Manuel Lopez Obrador es el nombre de esta esperanza que se abre en las tierras de Emiliano Zapata.
Dice Miguel Bonasso: “ No sé que pasará, en cuanto acertará, en cuanto fallará, pero lo que me emociona hasta el llanto, es el momento: GANARON LOS JODIDOS, LOS HUMILLADOS, LOS OLVIDADOS. Es una emoción tremenda. Un privilegio haber podido vivir esta circunstancia única en la historia de México y de América Latina. Si Andrés Manuel cumple (y yo creo que es un hombre de palabra); si Andrés Manuel acierta (y yo creo que es un hombre talentoso), los mexicanos y los latinoamericanos tendremos un nuevo Lázaro Cárdenas”. Si así fuera, México recuperaría para sí la explotación de sus riquezas naturales –Lázaro Cárdenas, en la década del 30, arrancó el petróleo a la Standard y a Shell para devolvérselo a los mexicanos-, e intentaría una forma más justa de distribuir los panes y los peces.
Sin duda, lo que va a cesar es el crimen organizado desde –o encubierto por- el Estado; del cual es apenas un ejemplo la matanza de Acteal, en Ayotzinapa, en la que murieron 52 estudiantes de una escuela rural. Y también se luchará porque el periodismo deje de ser un oficio altamente peligroso – fueron asesinados 58 periodistas en los últimos cinco años-. México tiene hoy la posibilidad de transformar su vida política y, en primer lugar, su concepción de la nación, y obrar el milagro que todo gobierno nacido de las urnas debiera considerar obligatorio: volver sinónimos democracia, justicia, dignidad
Las dificultades son muchas y graves, dice Atilio Borón: “Para la Casa Blanca y el Pentágono, México es el país más importante del mundo. Rusia puede ser un problema, Irán lo mismo, Corea del Norte igual, la China también, pero ninguno de ellos comparte una extensa frontera terrestre (3.185 kilómetros) con Estados Unidos. Las fricciones y conflictos con aquellos países pueden ser graves pero circunstanciales, aunque perduren por décadas, pues tarde o temprano los diferendos serán superados. Pero México es el vecino intratable, inasimilable, turbulento y que por una maldición geográfica siempre estará allí, con sus gentes y su cultura del otro lado del río Bravo.”
Nada de lo que ocurra en México nos puede resultar ajeno. En la Patria Grande que soñamos, ningún latinoamericano es extranjero. Por eso, desde Calibán, celebramos la resurrección de esa bandera que el pueblo mexicano ha decido enarbolar y que nosotros sentimos nuestra.