miércoles, 31 de octubre de 2018

ENTREVISTA A HORACIO VERBITSKY





“Vida de Perro: balance político de un país intenso del 55 hasta Macri”, es un libro de conversaciones entre Horacio Verbitsky y  Diego Sztulwark, publicado por Siglo XXI Editores, y que ya va por la tercera edición. Enhebra los distintos capítulos de una vida que, en su conjunto, puede leerse como una novela non fiction –si se permite la contradicción en sus términos-. Las distintas partes del libro componen una suerte de mural, donde aparecen desde reflexiones sobre el oficio de periodista, el cruce o la retroalimentación entre periodismo y militancia;  el peronismo, una disección minuciosa del papel jugado por la Iglesia Católica Argentina a lo largo de la historia argentina, y la militancia de Verbitsky en el campo de los derechos humanos.  Horacio Verbitsky conversó con Calibán sobre momentos de su vida poco conocidos, y personajes sobre los que no suele hablar.


Pregunta: Nos gustan más tus notas leídas en Cohete a la Luna que en Página/12, no porque necesariamente sean mejores, sino porque es mucho más agradable la lectura por la diagramación.

Horacio Verbitsky: A mí también, porque en Página estaba todo muy viejo, muy anacrónico y con mucha naftalina; y esto es una cosa totalmente nueva, renovada, con un diseño espectacular y nos divertimos mucho, cosa que no ocurría cuando estaba en Página.

P.: Además están creciendo exponencialmente los lectores.

H.V.: Sí, muchísimo: tiene una repercusión extraordinaria, muy superior a lo que yo podía imaginar cuando lo empecé. Estamos de veras muy contentos.

P.: No vamos a aprovechar la circunstancia de que sos una baqueano de la Luna por haber oído la sugerencia del señor presidente de tomarte ese famoso cohete para hablar de la otra cara de la Luna, sino de la otra cara de Verbitsky o, al menos, la menos conocida. Para empezar: ¿qué recordas de esa muy lejana entrevista en tus años escolares a Astor Piazzola?

H.V.: Me acuerdo poco. Recuerdo que Astor estaba muy resentido con todos los tangueros viejos; muy afirmado en que él era la renovación, lo distinto, lo único, lo moderno y, como yo era un pibe, me trataba con mucho interés porque suponía que yo participaba de su visión de las cosas. Cosa que no era totalmente cierta porque yo no tenía la versión que él tenía del tango tradicional; sí, admiraba mucho lo que él hacía, me encantaba, pero no compartía su aversión a todo lo anterior.

P.: ¿Te volviste a encontrar con Piazzola?

H.V.: Sí, muchas veces, porque ya más grande lo iba a escuchar mucho a los clubes donde él tocaba (“676”, “Jamaica”, etc.). Fueron varias oportunidades. Incluso soy bastante amigo de algunos de los músicos de su formación, como Oscar López Ruiz, por ejemplo.

P.: Esa era una gran virtud de Piazzola, rodearse de enormes músicos.

H.V.: Sí, por supuesto.

P.: Decís en el libro que conocer a Fernando Birri fue una experiencia fundamental en tu vida, alguien que con todo hizo poesía: el cine, la pintura, los títeres, la literatura y, fundamentalmente, con su propia vida.

H.V.: Para mí fue mi primer gran maestro, yo lo conocí siendo muy joven, no tenía ni siquiera veinte años, y fue realmente una influencia fundamental en mi vida. Un gran artista y una gran persona, de un rigor y una seriedad admirable, y un sentido del humor y creatividad chisporroteante.

P.: ¿Viste la película que se hizo sobre Fernando recientemente de Carmen Guarini?

H.V.: Sí, me pareció maravillosa. Me gusto muchísimo. Incluso verlo ya en sus últimos años, ya con más de noventa años, físicamente decaído pero intelectualmente lúcido, con todo su planteo sobre el cine y el arte, en ese departamento modesto en Roma- porque siempre fue un hombre de una enorme austeridad-. Recuerdo que tenía un departamento de un ambiente acá en Buenos Aires, en el barrio de las distribuidoras de cine por la zona de Lavalle y Junín donde había hecho una cama que era un baúl donde tenía cajones y guardaba sus papeles para aprovechar hasta el último milímetro de espacio. Era un tipo metódico, sistemático, organizado, aparte de su enorme creatividad, porque si solo hubiera sido metódico no me hubiera reído tanto con él.

P.: Además, alguien que creó dos escuela de cine.

H.V.: Sí, extraordinario: la de Santa Fe fue fundamental, aprovechando un momento único de la vida argentina, consiguió recursos y la creó y ahí produjo su documental histórico Tiredié - sobre los pibes que se juegan la vida para pedir una moneda corriendo paralelos a las vías en un puente donde el tren baja la velocidad-, que se puede bien ver hoy y no ha perdido potencia, y luego su extraordinario largometraje Los inundados -una sátira sobre la tragedia que ocurre en Santa Fe pero podría suceder en el Agrigento de Pirandello- que también se sostiene perfectamente.

P.: Y después la Escuela de San Antonio de los Baños.

H.V.: Cuando fundó la escuela de cine de tres mundos en San Antonio de los Baños, me invitó a conocerla porque decía que compartí sus sueños de juventud, que ahí podía realizar. Los cubanos querían llamarla del Tercer Mundo, pero él insistió en que fuera de tres mundos. Plantó allí un árbol americano, uno asiático y uno africano y me pidió que los regáramos juntos.

P.: Imagino que hablar de Birri te remite un poco a tu época de crítico de cine.

H.V.: Claro, porque yo lo conocí cuando estaba trabajando en el Diario Noticias haciendo crítica de cine. Para quienes no lo saben, mis comienzos en el periodismo a mediados del siglo pasado, fueron en la página de cine de Noticias Gráficas, donde dos veteranos me usaban para redactar las gacetillas, ir a ver los bodrios y liquidarlos en unas pocas líneas. Así lo conocí, yo no tenía veinte años y a sus 37 Birri me parecía un señor muy mayor. En 1962 él llevó Los inundados al festival de Venecia y ganó el primer premio. Ahí hubo un ninguneo a él por parte de cierto establishment liberal, progresista que se identificaba más con Torre Nilson, con un cine más de imitación europea que con uno realista, con base documental, con un concepto nacional y popular. Yo me embanderé absolutamente con él y escribí un artículo en la revista Tiempo de cine sobre el estreno de Los inundados y sobre aquel festival que es muy gracioso porque hasta el día de hoy hay gente que me pregunta qué soy del autor de ese artículo; les cuesta creerlo porque es un artículo que tiene casi sesenta años.

Fernando Birri

P.: Quedémonos un poquito más en el Verbitsky crítico de cine, nombrá alguna de las películas que tendrían para vos la más alta calificación.

H.V.: “Vivir” de Kurosawa, “La tierra tiembla” de Visconti, varias cosas de Alberto Sordi y de De Sica. Esos nombres eran también parte de la formación de Birri, ligada a la Escuela de Cine de Roma. Él me transmitió muchas de esas cosas. Me gustan también algunas películas pequeñas, incluso. Aquella película que mencioné de Kurosawa es un film minimalista pero de una intensidad impresionante, se estrenó en 1955 pero se puede encontrar en Youtube, y la recomiendo a cualquiera que quiera ver gran cine hecho con recursos mínimos.

P.:  ¿Y de las películas argentinas?

H.V.: Otro gran amigo y admirado creador fue Leonardo Favio. Todo su cine me parece de lo mejor que se ha hecho en nuestro país A.M., es decir, Antes de Lucrecia Martell…

P.: ¿Incluyendo Zama?

H.V.: Sí, por supuesto. No es lo que más me gusta de Lucrecia, pero me parece de todos modos una película exquisita.

P.: Sin dudas tiene su marca.

H.V.: Sí, pero digamos un deslumbramiento como La ciénaga, La mujer sin cabeza, La niña santa, son películas extraordinarias. Antes de Lucrecia, Leonardo Favio.

P.: ¿Cómo te llevás con las series? ¿Fuiste o sos adicto a alguna?

H.V.: No, prácticamente no veo. Vi algunos capítulos de Madmen porque mi esposa trabajó en la década del sesenta en publicidad y a ella le interesaba verla y entonces me enganché. Ella mira bastantes series, pero yo no,

P.: Sigamos con algunos de los personajes que aparecen en “Vida de perro”. Contá algún recuerdo que tengas con Arturo Jauretche.

H.V.: Jauretche murió el 25 de Mayo de 1974 y tenía, creo, setenta y cuatro años. Yo en esa época tenía treinta años, y él tenía una actitud de gran interés en la gente joven, le gustaba hablar con los jóvenes, transmitir sus opiniones, historias, vivencias. Era un tipo muy chispeante, agudo, brillante y decente. En los años del enfrentamiento de Perón con la Juventud Peronista, él no se alineó con la derecha reaccionaria sino lo contrario; lo cual, para un hombre de su edad, no era lo más previsible. Le hice algún reportaje que se publicó en aquella época. Lo veía en su casa de Esmeralda y Paraguay, y otras en un café que había en la esquina, que se llamaba Castelar y creo que sigue existiendo, donde él solía recibirme. También nos vimos en Punta del Este, donde yo fui una sola vez y ese año él estaba allí. Recuerdo - aunque es una trivialidad-, el comentario de él sobre Timerman-  a quien mostraba como modelo de una burguesía poco común en Argentina: “Construyó un chalet y no le puso San Souci, le puso Timerman: eso es un burgués.” Tengo un libro dedicado por él. Nos ayudó mucho a pensar el país.

P: Un gran polemista.

H.V.: Sí, extraordinario. En esos años '60 tuvo una polémica muy fuerte con David Viñas acerca de Evita. Era un hombre con una gran ironía, y además, generoso. En las polémicas no intentaba destruir al interlocutor, buscaba hacerlo pensar. No era un tipo agresivo para nada. Al mismo tiempo era un tipo corajudo y valiente, en el año 70/71 escribió sobre las políticas entreguistas de YPF y sobre un general que estaba a cargo. El general lo desafió a duelo. El tenía más de 70 años y podría haberse negado, pero aceptó. Yo conseguí seguir la caravana de autos hacia el lugar del duelo y logré presenciarlo escondido en un criadero de gallinas que había en los alrededores. Me impresionó mucho el episodio. Yo veía al duelo como algo ridículo y sin embargo en el momento en que se produce, y los duelistas apuntan y disparan, se convierte en un momento sobrecogedor, porque está la vida en juego.

P: En “Vida de Perro”, está proyectada la película de todo lo vivido hasta la fecha. No te imagino un tipo nostálgico, pero hay algo que te haya conmovido particularmente evocar?

H.V.: No soy nostálgico, estoy trabado en el presente, cosa que me resguarda a la nostalgia. Pero sí hay cosas que recuerdo con mucha intensidad; las luchas políticas, por ejemplo. El libro no es nostálgico, está escrito desde el presente porque he tenido el privilegio de llegar a una edad muy avanzada sin aislarme del presente del país, participo en los hechos del hoy. No es un libro de memorias, estoy recordando episodios de mi vida desde un presente del cual estoy absolutamente instalado y participando.

P: Las conversaciones del libro terminan en diciembre de 2017, ¿De qué temas ocurridos a partir de esa fecha te hubiera gustado hablar?

H.V.: Probablemente de la crisis cambiaria de este año. Quizás también profundizar más sobre esas últimas semanas del año '17 donde comenzó la declinación de este gobierno por la resistencia popular. Las movilizaciones del 14 y 18 de diciembre de 2017 fueron muy importantes y  de alguna manera generaron una situación parecida a lo que se vivió en estos días con lo que fue la concentración de Luján y la concentración en el Congreso cuando se aprobó el presupuesto del FMI.

P: ¿Estás preparando un libro sobre el Papa Francisco?

H.V.: Escribí de un tirón cerca de 200 páginas y después lo pare. Lo tengo en remojo, porque no me gusta la idea de sumarme a la lista de adversarios del Papa en este momento. Coincido en muchas cosas que plantea pero no le creo a él. Yo no cambio mi manera de pensar al respecto y probablemente en algún momento lo retome y lo termine.

P: En un momento del libro hablan sobre el macrismo y la posibilidad de que le vaya bien en sus propios términos, y vos decís que “Macri va a conseguir algunas cosas, sin duda. El tema es si las va a conseguir a tiempo para llegar en forma competitiva”. ¿Las cosas que ha hecho le van a permitir concretar su sueño reeleccionario?

H.V.: Daría toda la impresión. Un años después de escrito el libro no hay que retocar nada ahí. En el libro no vas a encontrar una afirmación que digas “mirá que disparate”. Hay procesos que están inconclusos y hay que ver cómo es el desenlace,  pero nadie al leer el libro va a decir “esto hay que sacarlo”. La principal discusión no es si Macri puede ser reelecto, sino si va a ser candidato; pero la principal discusión ahí es si va a ser candidato o si va a terminar su mandato.