Por María Solá Oteyza
Entre tu cuerpo y el mío
no hay distancia
no hay escala de grises,
ni comienzo de invierno,
ni algo oculto que sea cierto
y merezca la pena contar.
Entre tu cuerpo y el mío
no hay momentos moribundos,
autopsias fracasadas,
codazos traicioneros a quemarropa.
Entre tu cuerpo y el mío
no hay madrugada calurosa,
ni libros por la mitad,
ni cartas mal firmadas.
Entre tu cuerpo y el mío
hay millas soleadas,
cuentos de barro,
un álbum repleto de notas
(que, ya va siendo hora)
deberías borrar.
Entre tú cuerpo y el mío...
No sé si hubo algo.
O qué fue, de tu cuerpo y el mío.
¿Era un cuerpo inventado?
¿Fue un cuerpo de los dos?
Qué pasó, con tu cuerpo y el mío.
¿Dónde lo enterraste?
¿Sufrió mientras seguía vivo?
Lo que hay entre tu cuerpo y el mío
es un vacío en el que todo el mundo cabe.
Es silencio es fractura.
Es el vaso mal lavado
donde enjuagan los pinceles el dolor.