lunes, 4 de febrero de 2019

MI NIÑA INTERIOR



                                                                                                       Por María Solá Oteyza



Mi niña interior quiere dormir hasta tarde,
gritar, bailar,
desordenarlo todo.
A mi niña interior no le gusta el vino,
sino los cuentos de espías y la ropa de
algodón.
Mi niña interior no trabaja para nadie,
nadie domina sus modales,
le saca la lengua al mundo entero.
Ella se ríe, y se enfada,
y no piensa mucho en ello.
Mi niña interior deja pasar las cosas,
pero jamás los días.
Tiene, colgado de su armario,
un casco para los problemas.
No escucha los teléfonos,
tampoco las alarmas.
Y nunca está sola frente al peligro.
Si tiene algo, lo abraza.
Y si algo le pone triste,
lagrimea un poco y lo deja pasar.
Porque mi niña interior cree en las
causalidades,
pero ella aún no lo sabe,
porque no se fía de las palabras raras.
Mi niña interior se despista,
y señala a los señores con barba,
y también a los imberbes de pelo extraño.
Ella confunde una lagartija con un león.
Ella es la única,
que hablándole a las nubes,
consigue convencerlas,
para hacer salir el sol.

Presentación

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