martes, 10 de septiembre de 2019

COLUMNA DE FICTICIO MIGUEL ANGEL




“Calibán” va ensanchando el número de sus colaboradores. Desde México se suma un poeta  -y guionista de cine- con el elegido nombre de Ficticio Miguel Angel. Se trata de un fragmento de su diario de viajero. Un “ bárbaro”, un emisario de la otredad cultural –recordemos que aquella palabra, cuando el poder del verbo mutó en verbo del Poder,  designaba a los que no hablaban griego y sólo podían producir balbuceos: bar bar bar-. Un viajero que sabe que ningún paisaje se agota con la mirada. Y sale a buscar lo que no es. Buscar una tormenta para encontrar una flor, por ejemplo. O una mano para encontrar un abismo. Como si un calculado azar dedicara estos hallazgos a los viajeros auténticos. Con la felicidad de llegar, pero a otra parte, no adonde creía ir. Alguien que se inventa otra identidad: la verdadera. Mirar de verdad es quebrar el engranaje de lo idéntico. Y eso es lo que hace Ficticio, verdaderamente. Razón por la cual le damos la bienvenida.



“In illo tempore.
 En el principio no fue el verbo. En el principio no fue la acción. En el principio fue una danza narcótica...”


Hace tiempo no me veo en el espejo. Unos ojos buscan otros mientras una mirada oculta a quien está viendo.

Sonrío, el deseo de erradicar esa estúpida mueca; grita y mis sombras se burlan de sí mismas, sinfonía de alaridos insonoros, mi piel cae, se desmoronan frente al espejo. La necedad de está inmanencia me hace olvidar el ayer y no pensar en el mañana.

Sigo frente al espejo, intentando mirarme, la mentira es quien me admira, me contempla.

Despertar es la más bella falacia, abrir los ojos y creernos despiertos. Me muevo por inercia, mis sentidos responden por inercia, materia moldeada bajo la mano invisible.

Retorcerse al respirar, arrastrarse al caminar… cada paso una grieta, cada grieta un lugar, cada lugar un sonrisa, cada sonrisa un lamento, cada lamento un hablar, cada palabra como símbolo enmudecido.





Dejar la herida al descubierto caricias para la lengua de la sangre. Estuve soñando mientras pedazos de mi caían dispersando el grito.

No fluye la palabra, esta tinta, letras escabulléndose por la fisura de la estupidez racional. Una hoja en blanco, suculento silencio que escurre en las paredes húmedas de mi cóclea. Destruí la preciada piel que relucía en mi mirada  ¿Cómo se abofetea a la retórica?

Que bellas lucen  las cicatrices de está hoja justas para que mi letra se transformase en delicadas y finas texturas simétricas.

Pero algo en este pulso impulsa a la asimetría, lo deforme, la rigidez de lo raro.

¿Dónde se busca la inocencia que corrompimos?

¿En qué parte de la mirada, mostramos la fractura?

¿En cuál abismo arrojamos esta necedad de ser lo que no seremos?

Preguntas que al formularse contienen su respuesta.

Descansa el aliento que no se volvió palabra; al salir de la garganta con el único fin de suspirar. Suspirar; esa otra forma de respirar con el agua que conforman los huesos. No querer formarse en electricidad, desear la voz diáfana del silencio en las partes que nos hacen humanos.

“Escribo para estar solo”, para mí sería: Escribo para acompañarme,

Explicarme, argumentarme, desafiarme.

Ridiculizarme, embrutecerme, desfragmentarme.

Desaparecerme, conflictuarme, desesperarme.

Desgarrarme, des constitucionalizarme, desprenderme.

Desquitarme, removerme, usurparme.

Romperme, estrangularme, retorcerme.

Desperdiciarme, esclarecerme, diluirme.

Contradecirme, manifestarme, conciliarme.



“El poeta es un mentiroso que siempre dice la verdad”



Las sonrisas son pedradas y cada quién  sabe cuándo arrojo la primera piedra, ahora, crucificamos nuestra esperanza en la cruz del ideal. Los deseos tal clavos nos instauran.

Coloquen su lengua antes de salpicar la sangre que guardan en su deseo.
Tomar el corazón y destrozarlo a cabezazos, cerebro y corazón destruidos por la avaricia de amar con la inteligencia o intelegir el amor. Recuerdo que todo lo que me brindo el amor, lo destruyo. Profanar lo inusitado del deseo lleva a experimentar el dolor del goce, es decir, la liberación del amor a lo que iba a dirigido. El amor como tormento no pensando a quien mejora.
Ante mis pies coloco a la belleza para pisotearla, enseñanza de antaño. Recargo mi brazo en la primera estatua que ha sido consagrada a la eterna mediocridad del hombre. Bostezo, he ahí la poesía. La mentira también se aburre de aparentar la verdad, me oculto en la necesidad de ser quien intento ser, engaño y misterio. Primeros versos de la humanidad. La multiplicidad de las máscaras construidas, en su unidad nos permiten aparentar y ser, no ser y simular, en cada espacio la máscara toma su forma  de acuerdo a las voces que le llaman.

Recordar es matar lo que ya no está en nosotros pero perpetuamos a través de la creencia que existe un tiempo más allá o más acá del hoy “La brutal belleza de la existencia” nadie puede ayudarte a ser lo que ya eres.



Despertar es saberte el fracaso de la civilización. Otorgamos solemnidad a las acciones que realizamos. Irrisorio es el creer lo que se engaña uno mismo al pensar. Veo a las personas y sus gestos petrificados en mí, gente que ya no veré y no, porque no existan, sino porque en vida elegimos morir el uno para el otro. Voy a otro país sin dinero, con esperanzas persuadidas, es decir, deseos que se consumen mientras se desean. No importa lo que suceda así termine en la calle, por todas las veces que me fui infiel, me prometo en este viaje fuera de mi zona de confort haré de toda mi ufanía mi fortaleza, de toda mi idealidad mi voluntad y de mi tristeza el coraje necesario para llorar y erguirme en son de guerra.
Qué fácil la poesía cuando el poema te desagarra sin dejarte palabras o imágenes, sólo sensaciones que la palabra no contiene y que la imagen no representa. Por lo tanto suspiro, gimo, aúllo, grito, silbo. No soy poeta, soy lo que la radicalidad de la poesía hace con quien toca su fuego. Incinerarlo y en ese instante donde el fulgor de las llamas hipnotiza a los otros; el poeta queda reducido a ceniza.

Los días pasan y la ciudad se arraiga a la necesidad de mi extrañeza. Aprender de la apariencia en el hartazgo de la singularidad. El poeta esta acomodado en su milagrosa podredumbre. El ácrata resiente la falta del espíritu de aristo.



Vibrar con una extrañeza que hace despertar a los fantasmas que me habitan.
 La belleza abruma, enceguece, aniquila. La perfección es la mayor de las virtudes grotescas. Volver a mirar con la caricia aquellas veleidades asombrosas sucumbir ante el misterio claro y puro.
Volteo la cabeza hacía un lado ahora el otro, me he perdido admirando la insignificancia.- No sé, no me interesa saber. Las palabras asfixian antes y después de provocarlas. Emitir la voz aturde a la palabra insonora que se acumula en el silencio de observar. Pensar; esa inmensa insignificancia, la vigilia al escuchar el sueño con los ojos abiertos. ¡Qué melodía! Me aturde la cotidianidad en su esmero de perseverar, ¿a cuántos muertos llevo a cuestas de mi propia vida? Las suficientes para estremecer al vivo.

¿Seré un extraño  que camina por los únicos senderos indicados?



Calles, rostros, similitudes de cada época, todos los tiempos en uno. Cada puerto recorrido en un barco robado, hacerlo hundir con toda esa tripulación rescatada siempre de otros naufragios

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Despertar ante el sol hace zumbido en mi pobre consistencia liquida, despabilarme de la actuación obligada de los escenarios. Desatender la máscara que sigue el diálogo impuesto por los colores autoimpuestos. Viva la mentira  por la que resistimos cualquier verdad. Esos brazos que han sujetado la intolerancia de pertenecerme. Esquivo mi astucia con la pretensión de lo estático, Todo se mueve para quedar quieto. Seguir el ejemplo de las plantas, aniquilar a cuantos pájaros circunden por mi abismo ¿Extraño o anhelo? Los labios de otra voz acariciando los escondites donde se muestran mis miradas. Abrazar otro abismo con el calor de la sangre, caer y caer, he ahí la misión de mis deseos, descender y descender hacía lo inexplorado de mi conocida sapiencia. Existencia manifestada ante la sigilosa estética de mi ética embustera. No tolero mi propio descaro, me   empujo y empujo a seguir cayendo. ¿Cuál será ese hondo que me espera? O ¿Qué me busca? Encontrar lo que no intentaba demostrar, perder lo que tanto añoraba. Suicidio metafísico.  La maravilla del recuerdo y el terror de revivirlo. Los labios que no volveré a admirar en la sombra.



Los días pasan y no acumulo más que la sensación en un a criptomnesia que en otros suceso acontece como anamnesis de la experiencia ajena  a mi memoria. La mentira seduce con las verdaderas simulaciones de una pretensión fabricada a través del ideal del deseo que se confronta con su propia miseria. El tiempo es una hermosa ilusión real. El dolor desvanece con el pasado quedando sólo la reminiscencia de un presente continuo. No soy un genio y toda genialidad que se asome en la perseverancia a de mi inteligencia ha de sucumbir ante mi propia convicción desertora. La memorización la cedo a las personas que hacen de su cotidianidad  una periodización del ser. En mi caso dejo de ser para invertir mi propio proceder. Astor -hijo de mi palpitar- crece y cada día que pasa no vuelve ni volverá. Esa es la única verdad a la que mi gran mentira se aferra. Suspirar y suspirar, las lágrimas huyeron de mi carne, ahora solo queda el murmuro de mi sangre.



“Pater noster et ne nos inducas in tentationem”

Escribir el deseo bajo el manto de lo pretensioso: expectativas. Realizar el milagro de despojar al pensamiento de la carne. Rumiar inutilidad, rumiar intrascendencia. Rumiar lo indescifrable e
 intransferible. Usar  al tiempo como máscara de la propia inactivad.

Los senderos del tao parecen  los postulados de W.Gombrowicz. Por supuesto cada cual con su respectiva idiosincrasia. Las estirpes son reales en biología, las clases sociales emergen de dicho principio. Los cromosomas de nuestros progenitores no forman el propio.
 Han pasado  los días desde la retirada de la tumba sin muerto, cenotafio. Bella palabra. He ahí el terror de que procure al silencio antes que al habla. La simulación contiene una magia esplendorosa, hace caer los velos impositivos de la civilización. Retornar a los bárbaros. “Bar  Bar” (Heródoto) La vitalidad de la acción inherente a la teoría. Musicalizar la experiencia, sigo asustando a los pájaros, decepciono a Salomón, logro materializar los deseos ocultos, senderos de la alquimia. ¿Dónde han enterrado nuestros himnos que nos hacen uno con las bestias?



Acceder a realizar un poema es colocarse los grilletes de su propia impertinencia, infamia, pretensión. Las palabras se forman a partir de una función social intrínseca, me aferro a la sensación percibida, la uso para destruir lo que intente fabricarse a partir de la mentira, lo incomunicable puede ser transferido, lo intransferible puede ser comunicado. Comunicación ¿para qué? Si desde hace 2500  años no estamos en comunión.



“Ninguna vida humana es más larga que lo últimos segundo de lucidez que preceden a la muerte”

La palabra acusativa, explicativa, sacrificada ante su vehemencia de ser dicha, expuesta, impositiva... La palabra da paso al silencio, al lenguaje sin palabras de los gestos, los movimientos.

Dilucidar y derretirse a la espera de uno mismo. El otro que nos habita ¿otros? Dónde escapar del sí mismo. Mayor tontería “conocerse a sí mismo” ¡No hay sí mismo! Recuerdo el poema de Parménides.  La inquietud.

La fuga de sí mismo. Ab insomne non custita dracone

Repetir una y otra vez la melodía de la agonía, recurrid a la demostración de lo irrelevante por medio de la explicación, relevación del hecho ¡viva el logos! O… ¿mythos?

Las noches y los  días se confunden en un quimérico presente. Eternidad  continúa. Aquel viejo yo fumando recargado en la ventana rota, mientras la fantasía en D menor me transportaba a las sensaciones sin acepción. Me sentía vigoroso en mi ignorancia, soberbio ante mi pueril ufanía por leer algunos manuscritos. Sentía sabía lo necesario para acercarme  al mundo. Ahora en esta terraza suena la misma melodía, después de tan pocos libros leídos y vividos, me siento vigoroso ahora entiendo. Bostezar y reír, el tiempo de las lágrimas es menester de que tan efusiva sea mi carcajada.



Camino para mirarme, me escucho para alejarme

Hablo para cansarme

Intentar, anhelar el silencio de lo imposible de decir

Llegar al reposo de existir y pasar al olvido



Tiembla la noción y la reflexión cazadoras silenciosas de lo no dicho. La resonancia del eco, la amplitud de la frecuencia, 7 tonos y 5 semitonos es la voz,  el impacto de lo sucedido. La conciencia de la experiencia.

Se desprende la ilusión del momento cuando la periodización de los momentos interrumpe al momento per se. La estupidez es parte inherente a la inteligencia.

Las posibilidades del dialogo son inmensas, sentir cada pensamiento en la lógica de la percepción de una acepción. Signos y silencio.

La voz también puede ser imagen, ignorancia, la voz es signo, la vibración es silencio.
Retórica, arma de construcción infinita de laberintos, torres y fortalezas hechas a base de saliva, baba. La novela de la vida y su perenne tragicomedia, efímera pasión de representar el personaje construido a partir del guion que nos fue asignado o revelado. La beldad de la pintura viva de la cotidianidad. La musicalidad de los elementos conjugados por la perpetua aparente interacción. Me frena el pensamiento la escritura, mientras las letras se dibujan otros pensamientos se han formado y esfumado cuando con lentitud, recién el argumento se forma en la hoja. Necedad de reservarnos en palabras, los sucesos padecen lo que no pudo suceder. Galimatías; pueden ser referidas a la elucubración de la inocencia.



Todo artista aspira a la admiración de su creación. El producto es su vida no la pieza u obra. Por lo tanto su propio ser le es indiferente.



“Si por sentir nada entendemos la calma bestial y la resignación; menos que nada y por no poseer ni siquiera la fuerza ajena al deseo, se debate en el limbo espeso y como ciego del desprecio mismo y de los sueños de aniquilación”

 

Mexicano, extrañeza de ser definido y sentirme un extraño. ¿Cómo explico la singularidad que me es consecuencia de la colectividad? Disparates, absurdo, sin sentido es todo aquello que comienzo a elaborar para darme a entender lo que significa explicarme. Inmaduro he ahí otra explicación lógica de mi incoherencia, dedicarme a realizar lo establecido por las convenciones sociales toda ideología es precedida por  preconcepciones legitimadas por los conceptos necesarios para comprender las acepciones de aquello que somos o queremos ser. Dejar de hablar, concentrarme en los actos, la resolución del consenso intuitivo formulado por la concepción de una reflexión basada en el supuesto de que algo significa algo ¿y cómo no podría ser así? Sin los lineamientos establecidos no podríamos aspirar a ser aquello que intentamos concebir a partir de nuestra experiencia. Las palabras evaden lo que intentan explicar. Mirarme al espejo, sonreír o no hacer ningún gesto: quién representa lo que intento explicar de mí que aun no comprendo. Toda elaboración discursiva me intercede, captura y releva. Aproximarme a la sombra de lo que he intentado formar en mi proyección. Formas irrelevantes de la preponderancia de mi proceder: Alegato de mi propia elucubración de lo que no puedo comprender de mí. ¿Quién soy? Respuesta infame debe ser la consecuencia de dicha pregunta ¿Qué soy? Respuesta inadecuada a lo que interpreto de la reflexión de mi experiencia. Vuelvo a mirar el espejo, esperando encontrar la respuesta a la pregunta no formulada ¿Para qué soy? Elocuencia significativa del sujeto representado por su propia historicidad manifestada en la forma que puede ser y también en la que es imposible ser. Latinoamericano, ¿qué tendencia imprime en mi relativa existencia, la huella de mi historia exponencialmente impuesta por mi singularidad colectiva? Otra pregunta irresoluble para quien no puede ser el pensamiento que les es imposible explicar. Determinación reciproca de la propia ignorancia sublevada a conocimiento empírico. De nuevo veo al espejo, esperando lo que sé me va a reflejar, conquista del espíritu, rebelión de la carne, asimilación del precepto, instauración de la singularidad expuesta por la región de mi propia experiencia. El espejo responde con una incógnita y se refugia en los signos establecidos por la memoria. La periodización y su inevitable asombro por la continuación me impiden demostrar lo inabarcable del eco de mi voz. Vibración conferida a un espacio, regido por un tiempo donde manifiestan las posibilidades de los sucesos. Eterno retorno de lo sucedido, acontecimiento de lo imperturbable. Reacción ante lo sospechable de comunicarse. Globalización de las emociones resumidas a la aportación de las acciones emprendidas gracias a las actividades presupuestas por la razón dominante, la historia conforma los límites de mi identidad, marca todo confín de la personalidad construida a expensas del litigio otorgado por la soberanía de las naciones. Excusa del pretexto para resignificar los signos y adecuarlos a la momentánea peregrinación de las elecciones sometidas a la propia interpretación de aquello que irrumpe en la perduración de un significante. Regreso  la mirada al espejo, los ojos desconocen la concepción de la mirada.  Comienzo a creer que soy ese reflejo porque esa carne explica el para qué de su elemento. Esencia resignificada del propio instrumento que permite introducir la precaria corrección de lo que no hemos hecho de acuerdo a la prescripción que señala nuestra identidad en conformidad con las estructuras ideológicas de la personalidad. Excluir la necesidad de saber o ignorar, ambas situaciones implícitas del hablar, comunicarme con el espejo a partir de la soledad de la incomprensión de los posibles estados preconcebidos  con lo que me señalo y me pienso: humano.


Autor del dibujo: Lo Inevitable

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