En
el número 5 de la revista Los Libros
–noviembre de 1969-, Juan Gelman escribió en verso la reseña del
libro Fin de mundo,
de Pablo Neruda. El poema nunca fue recogido en libro, lo que vuelve
doblemente valiosa su publicación en “Calibán”.
Noticia. En la cintura de
este libro
-cometa de cola ardiente,
fuego o metal
desenterrado-,
entre relámpagos y
peces,
muchos peces o como
labios
en un titánico
transcurso,
un colosal estilo tácito
con borbotones de
escarlata
salió viniendo a remorir,
vino saliendo a revivir.
Hecho es que lo editó
Losada
a ochocientos sesenta
pesos
en la sufrida Buenos Aires
con buena fe que
reconozco,
cajones, arpas, aire
verde,
plazas urgentes
preservadas,
tétricos lápices
desnudos
y jovencitas intestinales.
Oh cuánta pura geología
crespa y nocturna de
monólogo
cayó sobre el hombre aquí
nosotros sudamericanos,
nosotros -suda, Mary-
canos
de tanta culpa y
maleficio,
de tanto río
desventajoso
Y poesía carpintera
o carnicera o metalúrgica
y frentes latitudinales
rotas contra el día
derecho.
Hecho es que lo editó
Losada
y en la cintura más
pluvial,
junto al heroico verbo
huraño,
al adverbio puro y
eléctrico,
en la piedad enmarañada,
hay un pequeño profesor,
da clases de luz a la
tierra.
O dice, hostil de
bromeliáceas:
“Sale debajo del
periódico
un criticante y se
dispone
a dictar medidas de muerte
contra mi canto
permanente.
No es sólo ese hombre de
papel
sino que en su negra
silueta
caben otros desesperados
que. con tenedor y
tijera.
con oraciones y amuletos,
quieren que para
complacerlos
se practiquen mis
funerales".
Y eso está mal, muy mal,
muy mal,
¿por qué, pequeños
criticantes,
de ojo viudo y sed de
sapo,
por qué quieren sus
funerales?
Miren que él prometió
así:
"Yo pienso darles
esperanza,
dejarlos que acerquen las
manos
al ataúd, hacerme el
muerto,
Y cuando las Iágrimas
salgan
de sus ojos de cocodrilo
resucitar cantando el
canto.
el mismo canto que canté:
el que voy a seguir
cantando
hasta que estos hijos de
puta
resuelvan darse por
vencidos
y acepten lo que se
merecen:
un cementerio de papel".
Aclaración. Lo de "hijos
de puta" no hay
que tomarlo al pie de la
puta.
Es en realidad, metáfora
de la poesía superior.
El mismo dice o canta que:
"No hablaré mal de
estos cuantiosos:
recordaré de cuando en
cuando
sus atributos animales
y no quiero tratarlos con,
ni tampoco tratarlos sin:
son merecedores del sol
como las uñas de mis
pies,
pero no puedo estar de
acuerdo
con la exquisita ceremonia
que destinaron para mí
ald declararme fallecido".
Oh falaces declaradores,
mojan sus plumas en la
pus,
son parentela de carroña,
íntimos del plato de
sangre
que con boca podrida de
o basurera boca a
sorben pisando músicas
terrestres
(perdón por el
endecasílabo)
pardos obispos de las
nueve.
Pregunta. "¿Por qué
fallecer, me pregunto,
sin otra razón valedera
que satisfacer sus
decretos,
sus operaciones sagradas,
dejar de ser sin más ni
más
para que se mueran de
gusto?"
¿Eh?
Exclamación. "¡Cómo
repiten sus palabras!
¡Que satisfecha es su
estatura!
¿Hasta cuándo canta este
diablo
un poco mejor que
nosotros?
-dicen- mezclando con
cuidado
la voz con los ojos al
cielo
y la tinta con la
estricnina".
Hay que dejar qua el
diablo cante,
de su escritura ayer
reían
todos los poetas
excelsos,
pero después nerudearon
y luego césarvallejearon
,
siaint-john-persearon y
eliotaron
aragonearon y
haraganearon,
pero él seguía siendo él
bajo la luz estupefacta
mientras el Niágara
electrónico
caía sobre las cucharas.
Ruego. Sobre esta magnolia
terrestre
derramó lágrimas
higiénicas
o la insigne pajarería
y aún los braseros
brutales,
los crecimientos
pululantes
del continente
enloquecido.
Hay que dejar que el
diablo cante
un poco mejor que
nosotros,
hecho es que lo editó
Losada
a ochocientos sesenta
pesos
y tiene toda la razón,
no hay por qué escupirle
el mar
a quien sigue siendo
feliz
"sin que jamás se
entere nadie
de mi enfermedad
insondable:
de lo que sufrí por
amarme
sin ser, tal vez,
correspondido".
A los sesenta y cinco de
edad,
con tanta gloria
acumulada,
tanto fulgor o congelado
brillo bello en su
poesía,
déjenlo en paz, hijos de
puta,
juntar más
condecoraciones,
cintas de honor,
honoriscausas,
más viajes
internacionales,
más caracolas,
mascarones,
más relaciones
diplomáticas,
mojar su mano en el
Pacífico
como en un Útero
fragante,
librar torrentes de
turquesa
o más relámpagos
terrestres,
sin olvidar torres de
sal,
o compartir los huevos
fritos
con presidentes que
presiden
a tristes sudamericanos,
indios terrosos del Perú,
o peones oscuros de
México,
toda esa geografia. en
fin,
que ya no gime por su
lengua.
Ruego. Déjenlo, en paz,
hijos de puta,
ser candidato a
Presidente,
ser candidato a Premio
Nobel,
ser candidato a candidato,
a nadie hace daño con eso
y es tan merecedor del
sol,
como cualquiera de
nosotros que,
cantamos peor que él.
Ruego . Hecho es que lo
editó Losada
para el cumpleaños del
poeta
a ochocientos sesenta
pesos.
La tapa es de BaIdesani.