“Nunca
en la historia de la humanidad hubo ocho personas que dispongan de
tanta riqueza como el cincuenta por ciento de la población mundial”
Vivimos
en un mundo en guerra contra su propia posibilidad de supervivencia.
Un mundo en guerra contra la racionalidad mínima que garantice
nuestra supervivencia como especie. Un mundo en el que se miente para
hacer guerras de verdad, donde se bombardea poblaciones civiles con
la peregrina excusa de salvar de esa manera a las poblaciones
bombardeadas. Sobre este mundo en guerra conversamos con Atilio
Borón, sociólogo doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad
de Harvard, y autor de numerosos libros que, desde el pensamiento
marxista, pretenden descifrar las costuras íntimas de estos tiempos
complejos.
Pregunta:
¿Cómo mantener viva la voluntad para una batalla tan desigual?
Atilio
Borón:
recordando algunas historias. El famoso yate Granma
no desembarcó en las orillas de Cuba sino que naufragó- como bien
decía el Che-,
y los ochenta y dos tripulantes que eran guerrilleros se dispersaron,
porque arriba los estaban esperando aviones para ametrallarlos.
Recién a los cuatro días se reencuentran Raúl (Castro) con Fidel y
otros tres más. Y entonces Fidel les pregunta: “¿Qué tenemos?
¿Cómo estamos?“ Y su hermano le contesta: “Bueno, hay siete
fusiles, solamente uno con mirilla telescópica, y estamos nosotros”.
Para la sorpresa y el estupor de los otros cuatro, Fidel sentencia:
“Ganamos la guerra”. Raúl pensó en ese momento que su hermano
se había vuelto loco, porque la verdad es que no tenían ropa,
estaban todos empapados y sucios, habían bajado mal, perdido los
víveres, tampoco se sabía dónde estaban los otros setenta y siete
de la expedición, por donde andarían y si estaban vivos. Pero él
vio esos fusiles- me contó el propio Raul- puestos en carpa y su
hermano, incontenible, repitiendo: “Ya ganamos la guerra”.
P.
: La guerra que puede avecinarse muy probablemente no tenga
ganadores.
A.B.:
Hace ya unos años, en Estados Unidos, se hizo una simulación de qué
pasaría si dos potencias nucleares menores- Ni Rusia ni Estados
Unidos-, sino India y Pakistán- comenzaran una guerra termonuclear
entre ellos. Ambos tienen un arsenal relativamente pequeño, mucho
menor que las miles de ojivas nucleares que tienen las dos grandes
potencias. Los científicos norteamericanos hicieron una simulación
sobre los efectos de esos bombardeos nucleares sobre el medio
ambiente y los límites que podían tener la radiación y la nube
atómica y llegaron a una conclusión realmente escalofriante: esas
dos pequeñas potencias nucleares si llegaran a enzarzarse en una
guerra, apelando a sus armas químicas, en menos de tres meses
cubrirían totalmente el planeta tierra con una nube nuclear que ya
no dejaría pasar el Sol y, prácticamente, tendríamos liquidada la
posibilidad de sobrevivir.
P.:
O sea, estamos en una situación límite.
A.B.:
Porque, además, no son la India y Pakistán los únicos países que
tienen armamento nuclear: Israel, Francia, Gran Bretaña y, por
supuesto, Estados Unidos y Rusia también se suman a esta lista. Como
dice Noam Chomsky: “Tal vez, una guerra nuclear puede
desencadenarse no tanto por una decisión explícita del alto mando
de alguna de las partes involucradas, sino como producto del error.”
Es decir, un error surgido de detectar mal un misil que se aproxima y
no se sabe si es nuclear o no y, de repente, eso provoca una
respuesta y nos expone a una situación de extrema gravedad.
Entonces, yo creo que aun en medio de todas estas bravuconadas de
Trump y las amenazas de arrasar con Corea del Norte, los militares
norteamericanos parecen haberle dicho “Mire, no juegue con eso
porque si hay una guerra nuclear no va a haber ganadores.”
P.:
El terror ha sido una especie de disuasivo en este conflicto.
A.B.:
Los especialistas lo han denominado “el equilibrio del terror”
porque evidentemente saben que no hay guerra nuclear que se pueda
ganar porque todos los países involucrados tienen algo y, aunque
tengan muy poco - como es el caso coreano-, pueden hacer mucho daño.
O sea que estamos en una situación muy complicada, pero yo creo que,
pese a todo, hay reservas morales y políticas que van a impedir un
desenlace de esa naturaleza y todavía una cierta racionalidad que
impera aun en los círculos más reaccionarios y belicistas, que a la
hora de tomar decisiones tienen algún consejo de gente que sabe que
jugando con fuego a la larga van a terminar todos quemados.
P.:
¿Hay una era Trump o no?
A.B.:
Todo un tema de discusión entre los especialistas: Trump es
simplemente el mascarón de prueba de un conjunto de actores
sociales, fuerzas económicas y políticas para las cuales la
supremacía de Estados Unidos es un tema indiscutible. El problema
está en que, como lo atestiguan muchos de los más agudos analistas
norteamericanos, Estados Unidos ha comenzado a transitar una senda
declinante, es decir, el imperio americano ya llegó a su apogeo y
empezó una lenta declinación.
P.:
¿Cómo se va a manifestar esa declinación?
A.B.:
Aun no se sabe, pero hay un consenso de que Estados Unidos ya no es
lo que era. Estoy citando autores de derecha, halcones de Washington,
como ha sido Brezinski -fallecido hace menos de un año-, el mismo
Claude Hamel y una innumerable cantidad de autores que reconocen que
este país no tiene el poderío de antes, que el mundo ha cambiado y,
por lo tanto, lo que Estados Unidos tiene que hacer es prepararse,
según un informe del Pentágono, para “librar guerras durante los
próximos treinta años, no para acrecentar su predominio mundial,
sino para mantener las posiciones ya adquiridas.” El tema de la
declinación es algo que se habla en voz baja en los círculos
gubernamentales de Washington, pero muy pocos lo escriben así, salvo
algunos pensadores radicales, críticos como Noam Chomsky, que sí
habla de que evidentemente la declinación imperial ha comenzado. Son
cosas que se filtran. Debemos esto a Wikileaks que ha permitido
perforar ese blindaje y que algunos de esos materiales salieran a la
luz.
P.:
¿Qué política se puede esperar de los Estados Unidos ante la
realidad de su declinación?
A.B.:
Sabemos que los imperios en su fase de descomposición se tornan
mucho más virulentos que en la fase de conquista. Esto es algo que
está comprobado en los estudios históricos que se han hecho sobre
las formas cómo los imperios se conformaron y cómo cayeron. La
caída de los imperios siempre es un hecho mucho más abrupto,
incluso donde negaciones y violaciones a los derechos humanos
aparecen de una forma más salvaje que lo que antes habían
aparecido. Inclusive, hay una estrofa archivada del himno nacional
argentino que “no los veis sobre Mexico y Quito arrojarse con saña
tenaz y cuan lloran bañadas en sangre Potosí, Cochabamba y La Paz”.
No era un intelectual de la izquierda revolucionaria, sino Vicente
Lopez y Planes quien estaba reflejando que la mayor ferocidad del
avance de los realistas sobre estas naciones que se habían sublevado
–de la cual el descuartizamiento Tupac Amaru es un ejemplo
emblemático-, se registró cuando ya tenían que retirarse.
P.:
La aparición de China debe resultarles intranquilizadora.
A.B.:
No la esperaban.
P.:
No son muy buenos para los vaticinios.
A.B.:
es una prueba del fracaso de las ciencias sociales tal como las
entienden las universidades norteamericanas. Al no tener un
pensamiento crítico en estas ciencias, no pueden entender el mundo
en que se mueven. Esta gente no entiende qué es lo que está
pasando. Obama se enojó muchísimo con sus asesores porque lo tomó
por sorpresa la rebelión del mundo árabe (la Primavera Árabe), los
convocó y les dijo: “¿Cómo no me advierten? ¿Cómo yo me tengo
que enterar a través de los diarios que cayó Ben Alí, que era
nuestro aliado fundamental en Túnez, y lo tenemos a Mubarak en
Egipto, que hace treinta años es nuestro peón y está a punto de
caer y ustedes no me informan nada?”.
P.
: No puede avisar de algo quien no lo sabe.
A.B.:
Para ellor hay que tener una teoría social, y la teoría social que
ellos manejan, así como su teoría económica, es de un pensamiento
convencional que tiene una matriz liberal-burguesa que no está
incorporada a toda una tradición del pensamiento socialista que, nos
guste o no, tiene una visión mucho más adecuada de lo que es la
realidad contemporánea, que la que se deriva de los clásicos del
pensamiento liberal.
P.:
Sin embargo, pensadores clásicos del liberalismo, como Adam Smith,
eran capaces de hacer pronósticos a largo plazo.
A.B.:
Es verdad, pero se equivocaban. Sin embargo, digamos que Adam Smith
fue un personaje extraordinario, muy mal conocido, bastardeado
injustamente. Odiaba a los grandes comerciantes y a los
terratenientes: lo cito textualmente: “que se reúnen a tomar
cerveza en una taberna tan sólo para ver de qué manera esquilan más
a sus trabajadores y a los consumidores”.
P.:
Eso no es lo que divulgan sus discípulos del PRO .
A.B.:
Porque lo tergiversan. Adam Smith era un filósofo moral, un hombre
preocupado por la justicia, a un gran economista, Marx lo define como
el padre de la economía política clásica.
P.:
Recordemos algún pronóstico fallido de Adam Smith.
A.B.:
Decía, a propósito de la nueva sociedad que se estaba gestando con
enorme ímpetu en Gran Bretaña: “Vamos hacia un mundo en donde la
universalización de las relaciones capitalistas de producción van a
producir un mundo más igualitario y más armónico, un mundo donde
ya no serán necesarias las guerras porque el comercio, la División
Internacional del Trabajo van a sustituirlas”, e incluso, un
pensador francés, Benjamin Constant, le pone un ingrediente más, lo
llama el “dulce comercio”. ¡Macanas! El mundo no fue como ellos
pensaban…
P.:
¿Quién acertó por aquella época?
A.B.:
Dos jóvenes alemanes, que en 1847 escribieron el Manifiesto del
Partido Comunista, donde hablaban de la expansión incontenible de
las relaciones capitalistas de producción- anticipando lo que
después se denominó globalización-
hacia un mundo cada vez más desigual - entre las naciones y dentro
de las naciones-
P.:
¿Cuánta desigualdad se puede resistir en paz en este planeta?
A.B.:
Hay un libro muy importante que publicó hace dos años un autor
francés, Thomas Piketty, que se llama El
capital en el siglo XXI. Piketty
no es marxista ni un hombre de izquierda, no obstante, un economista
muy serio que estudió a largo plazo cómo evolucionaron las
economías capitalistas en los últimos dos siglos. Lo que él
demuestra, a partir de una base de datos impresionante, es que, a
pesar de todos los esfuerzos hechos en el marco de los procesos de
reconstrucción de posguerra y las políticas keynesianas, el
capitalismo se convirtió cada vez más en un sistema desigual y
entonces, evidentemente, se plantea la pregunta: ¿Qué nivel de
desigualdad es tolerable y cuándo empieza a ser intolerable?
P.:
Los datos de la desigualdad son abrumadores.
A.B.:
Nunca en la historia de la humanidad hubo ocho personas (no hablo de
empresas, sino de personas) que dispongan de tanta riqueza como el
cincuenta por ciento de la población mundial. Esas ocho personas
tienen tanta riqueza como tres mil quinientas millones de personas en
el mundo. Es obvio que un mundo así hay que mantenerlo apelando a
dos recursos fundamentales: a punta de las bayonetas, es decir, por
la fuerza de las armas y con la violencia de la posverdad
o la plusmentira
o los medios de comunicación que engañan sistemáticamente a la
población, les lavan la cabeza y la convencen de que vivimos en el
mejor mundo posible.
P.:
Y esa concentración tiende a agudizarse.
A.B.:
El uno por ciento más rico tiene ya el cincuenta y dos por ciento de
la riqueza que hay en el planeta, ¿cómo se sostiene eso? ¿Y en
Estados Unidos? En aquel país hay un estudio hecho por la AFLSIO,
que tiene una página especial que es el monitoreo de los salarios de
los gerentes(los CEOS) en las distintas ramas de las empresas de los
Estados Unidos. Muy interesante las conclusiones que ellos producen,
los aportes que hacen, los datos que registran porque demuestran, por
ejemplo, que en la rama de la industria alimenticia, a finales de los
años sesenta, la distancia entre el trabajador raso de la industria
de la alimentación y el gerente de una de esas plantas era de
cuarenta a uno; si el trabajador ganaba diez, el otro ganaba
cuatrocientos. En este momento, la diferencia ya no es de cuarenta a
uno, es de casi quinientos a uno, es decir, se estiró completamente
la pirámide, algunos se quedaron abajo y los de allá arriba ahora
ganan cuarenta o cincuenta veces más que antes. La pregunta que
hacen estos equipos de investigación de los sindicatos es si,
efectivamente, esos gerentes han sido tanto más eficaces, han
incrementado tantas veces su efectividad comercial y productiva como
para justificar tan fenomenal desnivel en los salarios.
P.:
¿Quién gobierna los Estados Unidos?
A.B.:
Lo gobierno lo que algunos estudios americanos llaman el Deep
Government(
el gobierno profundo), que es el entramado de grandes empresas- casi
todas ellas vinculadas al complejo militar industrial- junto con
sectores de los grupos dominantes tradicionales, y el poder
mediático, que ha adquirido un predominio fenomenal en aquel país.
Ellos son los que deciden las grandes orientaciones de la política
que va a seguir Estados Unidos, más allá de lo que piense el
presidente. Por ejemplo, Obama quería cerrar la cárcel que había
en Guantánamo, que él mismo dijo “es una afrenta a la tradición
jurídica de los Estados Unidos” y, sin embargo, pese a que fuera
una afrenta y a que él fuera profesor de Derecho Constitucional, no
lo pudo hacer porque él no manda. Porque los presidentes ahí tienen
un poder muy acotado. Lo mismo cuando se produjo el famoso golpe en
contra del presidente Zelaya en 2009, fue un domingo, los militares
lo sacaron en pijama de su cama y lo metieron en un avión rumbo a
Costa Rica. La primera reacción de Obama fue de condena, dijo que
era inaceptable y criticó el golpe de estado. Pero, a la mañana
siguiente a primera hora, estaba Hillary Clinton en todos los
noticieros diciendo de que en Honduras no había habido un golpe de
estado, que hubo un error de información y el presidente Obama había
sido mal informado por eso se opuso cuando, en realidad, lo que había
habido fue la culminación de un proceso institucional cumpliendo una
orden perfectamente legal.
P. :
¿Y qué ocurre con Rusia?
A.B.
: Los Estados Unidos tampoco esperaban la resurrección de Rusia. Por
eso, a veces digo que tener malas ciencias sociales produce estos
disparates diplomáticos. Cualquier analista inspirado en la
tradición del pensamiento marxista hubiera claramente pronosticado
que Rusia iba a volver. No podía no volver si había sido el árbitro
de la política europea durante dos siglos y medio y, cuando viene la
Revolución de octubre, el árbitro de la política mundial durante
casi setenta años. Un país que tiene el territorio superior al de
todo Sudamérica, que constituye un emporio de agua- el gran tema
para el siglo XXI es la guerra del agua-, de energía fósil, gas y
petróleo, e incluso, una potencia en materia de tecnología nuclear
sólo comparable a la de Estados Unidos.
P.:
Pero se pensó que con la caída del comunismo soviético había
desaparecido del mapa.
A.B.:
Se confundieron con Yeltsin. Decían que negociar con Yeltsin era muy
fácil: bastaba con tener una botella de vodka en la mesa para
sacarle lo que querían. Y, evidentemente, le sacaron muchas cosas a
Rusia. Pero no vieron venir a Putin, y Putin no es Yeltsin. Es un
personaje de otra talla, no sólo él sino también el ministro de
Relaciones Exteriores, Lavrov. Cuando uno mira aquella dupla se da
cuenta que no tiene par a nivel mundial. No hay un equipo de Jefe de
Estado con Canciller que tenga la solidez, la agudeza, la voluntad
que tienen estos dos. Sobre todo, la sangre fría. Putin es un
ajedrecista súper cerebral que no ha pisado ninguno de los palitos
que le han puesto a lo largo del camino: le derrumbaron un avión y
el tipo reaccionó con una serenidad impresionante, le matan al
embajador en Turquía y reacciona con serenidad también. En esas
pruebas demostró tener un temple de acero y una mirada de muy largo
plazo.
P.:
Y, por otro lado, el monumental empuje económico de China.
A.B.:
Si yo te preguntara si entre el 2011 y el 2013, si China consumió
más o menos cemento que Estados Unido, ¿qué contestarías?
P. :
Sin datos, adivinando, diría que más.
A.B.:
¿Pero cuánto más?
P.:
Esto te pregunto yo ahora.
A.B.: La
respuesta es que China consumió 46% más cemento en esos tres años
que Estados Unidos en todo el siglo XX.
P.: Parece increíble.
A.B.:
Cuando leí la noticia, dudé. Fui a buscar la fuente original. Esta
fuente es el Energy
Administration Information de
los Estados Unidos- y ahí aparecen los datos en donde se demuestra
con un gráfico cómo en esos tres años China consumió más cemento
que Estados Unidos en todo el siglo XX. Este es el poderío de China
hoy. Otro dato interesante: en el año 2016 se inauguraron algo así
como ciento cinco edificios con más de trescientos metros de altura.
Setenta y pico de esos se hicieron en China; en Estados Unidos se
hicieron siete u ocho; en Japón seis; adivinen quién viene luego
con cuatro edificios de esos… Corea del Norte.
P.:
¿ Pero no es que en Corea del Norte están todos desarrapados y
desnutridos?
A.B.:
Estamos hablando de cuatro edificios de trescientos metros, se podrá
decir que los construyen fácilmente, pero estos edificios están
habitados, son utilizados; hay empresas, hoteles, casas, oficinas.
Entonces, ¿será que Corea del Norte es un desastre tan
impresionante como dice la propaganda?. A mí me sorprendió ese
dato, me despertó una enorme curiosidad para ponerme a investigar
qué es lo que hay efectivamente.
P. :
Además de construir rascacielos pueden desarrollar un programa
nuclear.
A.B.:
¿Eso lo puede hacer Sierra Leona, Costa de Marfil, Yemen? No, por
supuesto que no. Tienen que tener un establishment científico,
dinero para hacer investigaciones, costosos ensayos nucleares, y
tener algún tipo de recurso por lo cual la población está más o
menos bien alimentada.
P.:
Eso no significa acordar con su régimen político.
A.B.:
A mí no me gustan esas dinastías; pero estamos tratando de
entender por qué lograron convertirse en antagonistas de los Estados
Unidos. O sea, no es un país cualquiera. Hay una tradición cultural
muy fuerte en Corea. Fue siempre un solo país, los Estados Unidos lo
partieron en dos, en la guerra de Corea, en 1953.
P.:
¿Por qué Latinoamérica sigue siendo importante para Estados
Unidos?
A.B.:
Porque seguimos siendo la reserva estratégica y el cordón de
Seguridad Nacional es América Latina y el Caribe. Necesita de estos
países y tiene un cuidado enorme de monitorearlos y recuperar el
control perdido desde 1999, cuando aparece esta figura fenomenal que
fue Hugo Chavez, diciendo un discurso que nadie le entendía: un
discurso bolivariano.
P.:
En un comienzo, como tantos intelectuales de izquerda, tuviste una
visión crítica de Chavez.
A.B.:
Cuando Chavez viene por primera vez a Argentina, alguna gente me dijo
“Tenés que verlo a Chavez”. Y yo, brillante sociólogo egresado
de Harvard, les dije “Yo no hablo con golpistas” y lo rechacé.
Me insistieron mucho, sobre todo un hombre que en ese momento estaba
de secretario del partido comunista que era Fava. Yo no tenía
relación con el partido ni nada, pero Fava leía y mis cosas y me
decía “Pero usted es un tipo que escribe, ¿por qué no habla con
él?”. A lo que yo respondía: “No, es un milico y estoy harto
con toda esa historia, ya basta”.
P.:
¿Y cuándo comenzaste a cambiar esa mirada?
A.B.:
Cuando pocos meses después, Chavez llega a La Habana y veo la foto
de Fidel, al pie del avión, esperándolo a Chavez con una alfombra
roja. Entonces ahí yo dije: “¿qué fue lo que no ví?”. Fue un
baño de humildad que yo agradezco porque uno a veces cree estar muy
seguro de las cosas . La diferencia es que Fidel ve a cincuenta
kilómetros y yo veo a cien metros. Fidel vio ahí al mariscal de
campo que necesitaba para librar la gran batalla contra el ALCA, que
ya estaba empezando. Y acertó, lo vio con una claridad meridiana.
P.:
Chavez con su discurso bolivariano inaugura una nueva época para la
región.
A.B.:
Lo de Chavez fue una especie de alarma inicial, preliminar para los
grupos dominantes de América Latina. Pocos años después, ganaba
Lula la elección en Brasil en noviembre de 2002- la gana en gran
parte por el 19 y 20 de diciembre de 2001 nuestro, Lula lo tiene muy
claro porque él me lo dijo: la burguesía brasileña se espantó
cuando vio las escenas de esos días allá en Buenos Aires y dijeron
“si acá llega a haber un estallido del neoliberalismo igual que en
Argentina no va a haber treinta o cuarenta muertos, acá se van a
contar por miles-; tenemos enseguida en 2003 las elecciones acá en
Argentina, gana Menem la primera vuelta. Pero, claro, Menem muy
astuto se dio cuenta de que su piso era alto pero el techo era muy
bajo, entonces declina de participar para la segunda vuelta y ahora
sí este ciclo progresista cobra impulso con la presidencia a Nestor
Kirchner; después viene el Frente Amplio en Uruguay; Evo Morales en
Bolivia; Correa en Ecuador; Lugo en Paraguay y Daniel Ortega en
Nicaragua.
A.B.:
Chavez-que era considerado un mulato rumboso, poco serio, bueno para
la joda y nada más- de repente se transforma en un líder del
proceso de integración supranacional en América Latina. A Chavez le
debemos la UNASUR, la CELAC, PETROCARIBE, el Banco del Sur, Telesur.
Le debemos casi todo lo que se hizo en términos de unidad
latinoamericana como la gran Biblioteca de Ayacucho. Todo eso que
hizo Chavez fue producto de una enorme capacidad de trabajo y
concreción, era un hombre que ponía acción detrás de sus
palabras, y logró el milagro de la UNASUR.
P.:
¿Cómo leés esa desintegración de la UNASUR por la deserción de
varios países, entre los cuales esta Argentina?
A.B.:
Es la declaración de los gobiernos diciendo “Queremos ser colonia
otra vez. No queremos unirnos, queremos ser países explotados,
esquilmados y saqueados”.
P.:
Algo totalmente funcional al intento de los Estados Unidos de
recuperar totalmente el control de este continente.
A.B.:
A ver, es el continente como tal más rico en agua: tenemos nosotros
cuarenta y dos por ciento del agua dulce del planeta tierra, con
apenas siete por ciento de la población mundial; tenemos diez de los
minerales estratégicos más importantes del mundo, sobre todo, para
la industria aeroespacial y la industria militar norteamericana;
tenemos grandes reservas de petróleo: Venezuela, como país
singular, es el país con la mayor reserva petrolífera del mundo.
Por eso tanto interés por Venezuela, o de verdad se cree que a
Estados Unidos le interesan los derechos humanos en este país, la
crisis humanitaria, etc. Por favor, si Venezuela fuera el mayor
productor de tomates del mundo, dejarían que gobernase cualquier
monstruo, pero tienen petróleo. Además, lo que yo digo es que ese
petróleo está a tres días y medio de navegación en un buque
cisterna de Houston. No es un dato menor. El otro que viene del
Extremo Oriente da la vuelta toda la Península Arábiga, todo
África, el Cabo de Nueva Esperanza; en total, cuarenta y cinco días
de navegación. ¿Cómo no les va a interesar apoderarse del petróleo
venezolano? Tendrían que ser idiotas y no lo son. Hay petróleo
también en Brasil, Colombia, Perú, Argentina y Ecuador; y gas, por
todas partes, en Trinidad y Tobago, que es uno de los grandes
productores de gas en el mundo, ¿cómo no va a querer controlar ese
continente?; la mitad de la biodiversidad mundial, que es la madre de
todas las ciencias modernas, todas las nanociencias se basan en la
decodificación de los códigos genéticos de plantas y animales. Y
acá tenemos a la mitad de las plantas y animales de todo el planeta
en Sudamérica. Entonces, el control de países como Brasil,
Colombia, Perú, Bolivia es fundamental. Aparte un potencial de darle
de comer a mil millones de personas –además de las poblaciones
propias-.
P.:
¿Cómo se ha movido Estados Unidos para conseguir el dominio
regional?
A.B.:
Empezaron con los golpes de nuevo tipo, porque la perturbación del
orden constitucional mediante la intervención militar ha sido
desplazada por un triángulo formado por buena parte del poder
judicial , legisladores y comunicadores sociales. Controlando esos
tres factores fundamentales, Estados Unidos controla la política no
solamente de América Latina sino la política de todo el mundo.
P.:
Con esta contraofensiva en marcha, Latinoamérica parece estar
condenada a una regresión.
A.B.:
No es tan así. Estados Unidos está tropezando con muchos problemas
para estabilizar estos gobiernos de derecha en América Latina. Los
problemas que hay en Brasil son inenarrables, una situación
económica que da algunas señales de recuperación muy modestas
después de una profunda caída, pero con un deterioro fenomenal de
la situación social y política coronada con un crimen político
como no había hace mucho tiempo allí. El gobierno de Argentina sólo
está más estabilizado por falta de oposición, no por mérito
propio. Estados Unidos está preocupado porque están prestándoles
mucho dinero pero sin seguridades. ¿Por qué no traen su dinero a la
Argentina, Dujovne o Aranguren? Porque ni ellos creen en el proyecto.
P.:
¿Qué opciones ves posibles?
A.B.:
Armar algo parecido a lo que Líber Seregni creó en Uruguay con el
Frente Amplio; se puede dar una gran pelea en las elecciones
presidenciales del año que viene. Me parece que la historia no está
cerrada, habrá que ver. En México va a ganar Lopez Obrador, que es
el candidato que Estados Unidos no quiere, pero lleva más de
veinticinco puntos de ventaja en las encuestas. No hay cómo pararlo.
El problema es, primero, que no lo maten y, en segundo lugar, si
gana- él ya ganó dos veces- le den finalmente el acceso al Palacio
Presidencial. En Colombia, el bipartidismo tradicional está en el
suelo y ahí también hay una pequeña chance de que pueda haber una
sorpresa política electoral. En Perú se cayó el régimen- espejo
para Macri- de Pedro Pablo Kuczynski, que tuvo que renunciar acusado
por corrupción y con pruebas contundentes. Entonces, no es cierto
que la derecha esté tan bien hoy por hoy en América Latina.
Santiago
Marelli