jueves, 7 de junio de 2018

Entrevista a Atilio Borón


Nunca en la historia de la humanidad hubo ocho personas que dispongan de tanta riqueza como el cincuenta por ciento de la población mundial”

Vivimos en un mundo en guerra contra su propia posibilidad de supervivencia. Un mundo en guerra contra la racionalidad mínima que garantice nuestra supervivencia como especie. Un mundo en el que se miente para hacer guerras de verdad, donde se bombardea poblaciones civiles con la peregrina excusa de salvar de esa manera a las poblaciones bombardeadas. Sobre este mundo en guerra conversamos con Atilio Borón, sociólogo doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, y autor de numerosos libros que, desde el pensamiento marxista, pretenden descifrar las costuras íntimas de estos tiempos complejos.



Pregunta: ¿Cómo mantener viva la voluntad para una batalla tan desigual?
Atilio Borón: recordando algunas historias. El famoso yate Granma no desembarcó en las orillas de Cuba sino que naufragó- como bien decía el Che-, y los ochenta y dos tripulantes que eran guerrilleros se dispersaron, porque arriba los estaban esperando aviones para ametrallarlos. Recién a los cuatro días se reencuentran Raúl (Castro) con Fidel y otros tres más. Y entonces Fidel les pregunta: “¿Qué tenemos? ¿Cómo estamos?“ Y su hermano le contesta: “Bueno, hay siete fusiles, solamente uno con mirilla telescópica, y estamos nosotros”. Para la sorpresa y el estupor de los otros cuatro, Fidel sentencia: “Ganamos la guerra”. Raúl pensó en ese momento que su hermano se había vuelto loco, porque la verdad es que no tenían ropa, estaban todos empapados y sucios, habían bajado mal, perdido los víveres, tampoco se sabía dónde estaban los otros setenta y siete de la expedición, por donde andarían y si estaban vivos. Pero él vio esos fusiles- me contó el propio Raul- puestos en carpa y su hermano, incontenible, repitiendo: “Ya ganamos la guerra”.
P. : La guerra que puede avecinarse muy probablemente no tenga ganadores.
A.B.: Hace ya unos años, en Estados Unidos, se hizo una simulación de qué pasaría si dos potencias nucleares menores- Ni Rusia ni Estados Unidos-, sino India y Pakistán- comenzaran una guerra termonuclear entre ellos. Ambos tienen un arsenal relativamente pequeño, mucho menor que las miles de ojivas nucleares que tienen las dos grandes potencias. Los científicos norteamericanos hicieron una simulación sobre los efectos de esos bombardeos nucleares sobre el medio ambiente y los límites que podían tener la radiación y la nube atómica y llegaron a una conclusión realmente escalofriante: esas dos pequeñas potencias nucleares si llegaran a enzarzarse en una guerra, apelando a sus armas químicas, en menos de tres meses cubrirían totalmente el planeta tierra con una nube nuclear que ya no dejaría pasar el Sol y, prácticamente, tendríamos liquidada la posibilidad de sobrevivir.
P.: O sea, estamos en una situación límite.
A.B.: Porque, además, no son la India y Pakistán los únicos países que tienen armamento nuclear: Israel, Francia, Gran Bretaña y, por supuesto, Estados Unidos y Rusia también se suman a esta lista. Como dice Noam Chomsky: “Tal vez, una guerra nuclear puede desencadenarse no tanto por una decisión explícita del alto mando de alguna de las partes involucradas, sino como producto del error.” Es decir, un error surgido de detectar mal un misil que se aproxima y no se sabe si es nuclear o no y, de repente, eso provoca una respuesta y nos expone a una situación de extrema gravedad. Entonces, yo creo que aun en medio de todas estas bravuconadas de Trump y las amenazas de arrasar con Corea del Norte, los militares norteamericanos parecen haberle dicho “Mire, no juegue con eso porque si hay una guerra nuclear no va a haber ganadores.”
P.: El terror ha sido una especie de disuasivo en este conflicto.
A.B.: Los especialistas lo han denominado “el equilibrio del terror” porque evidentemente saben que no hay guerra nuclear que se pueda ganar porque todos los países involucrados tienen algo y, aunque tengan muy poco - como es el caso coreano-, pueden hacer mucho daño. O sea que estamos en una situación muy complicada, pero yo creo que, pese a todo, hay reservas morales y políticas que van a impedir un desenlace de esa naturaleza y todavía una cierta racionalidad que impera aun en los círculos más reaccionarios y belicistas, que a la hora de tomar decisiones tienen algún consejo de gente que sabe que jugando con fuego a la larga van a terminar todos quemados.
P.: ¿Hay una era Trump o no?
A.B.: Todo un tema de discusión entre los especialistas: Trump es simplemente el mascarón de prueba de un conjunto de actores sociales, fuerzas económicas y políticas para las cuales la supremacía de Estados Unidos es un tema indiscutible. El problema está en que, como lo atestiguan muchos de los más agudos analistas norteamericanos, Estados Unidos ha comenzado a transitar una senda declinante, es decir, el imperio americano ya llegó a su apogeo y empezó una lenta declinación.
P.: ¿Cómo se va a manifestar esa declinación?
A.B.: Aun no se sabe, pero hay un consenso de que Estados Unidos ya no es lo que era. Estoy citando autores de derecha, halcones de Washington, como ha sido Brezinski -fallecido hace menos de un año-, el mismo Claude Hamel y una innumerable cantidad de autores que reconocen que este país no tiene el poderío de antes, que el mundo ha cambiado y, por lo tanto, lo que Estados Unidos tiene que hacer es prepararse, según un informe del Pentágono, para “librar guerras durante los próximos treinta años, no para acrecentar su predominio mundial, sino para mantener las posiciones ya adquiridas.” El tema de la declinación es algo que se habla en voz baja en los círculos gubernamentales de Washington, pero muy pocos lo escriben así, salvo algunos pensadores radicales, críticos como Noam Chomsky, que sí habla de que evidentemente la declinación imperial ha comenzado. Son cosas que se filtran. Debemos esto a Wikileaks que ha permitido perforar ese blindaje y que algunos de esos materiales salieran a la luz.
P.: ¿Qué política se puede esperar de los Estados Unidos ante la realidad de su declinación?
A.B.: Sabemos que los imperios en su fase de descomposición se tornan mucho más virulentos que en la fase de conquista. Esto es algo que está comprobado en los estudios históricos que se han hecho sobre las formas cómo los imperios se conformaron y cómo cayeron. La caída de los imperios siempre es un hecho mucho más abrupto, incluso donde negaciones y violaciones a los derechos humanos aparecen de una forma más salvaje que lo que antes habían aparecido. Inclusive, hay una estrofa archivada del himno nacional argentino que “no los veis sobre Mexico y Quito arrojarse con saña tenaz y cuan lloran bañadas en sangre Potosí, Cochabamba y La Paz”. No era un intelectual de la izquierda revolucionaria, sino Vicente Lopez y Planes quien estaba reflejando que la mayor ferocidad del avance de los realistas sobre estas naciones que se habían sublevado –de la cual el descuartizamiento Tupac Amaru es un ejemplo emblemático-, se registró cuando ya tenían que retirarse.
P.: La aparición de China debe resultarles intranquilizadora.
A.B.: No la esperaban.
P.: No son muy buenos para los vaticinios.
A.B.: es una prueba del fracaso de las ciencias sociales tal como las entienden las universidades norteamericanas. Al no tener un pensamiento crítico en estas ciencias, no pueden entender el mundo en que se mueven. Esta gente no entiende qué es lo que está pasando. Obama se enojó muchísimo con sus asesores porque lo tomó por sorpresa la rebelión del mundo árabe (la Primavera Árabe), los convocó y les dijo: “¿Cómo no me advierten? ¿Cómo yo me tengo que enterar a través de los diarios que cayó Ben Alí, que era nuestro aliado fundamental en Túnez, y lo tenemos a Mubarak en Egipto, que hace treinta años es nuestro peón y está a punto de caer y ustedes no me informan nada?”.
P. : No puede avisar de algo quien no lo sabe.
A.B.: Para ellor hay que tener una teoría social, y la teoría social que ellos manejan, así como su teoría económica, es de un pensamiento convencional que tiene una matriz liberal-burguesa que no está incorporada a toda una tradición del pensamiento socialista que, nos guste o no, tiene una visión mucho más adecuada de lo que es la realidad contemporánea, que la que se deriva de los clásicos del pensamiento liberal.
P.: Sin embargo, pensadores clásicos del liberalismo, como Adam Smith, eran capaces de hacer pronósticos a largo plazo.
A.B.: Es verdad, pero se equivocaban. Sin embargo, digamos que Adam Smith fue un personaje extraordinario, muy mal conocido, bastardeado injustamente. Odiaba a los grandes comerciantes y a los terratenientes: lo cito textualmente: “que se reúnen a tomar cerveza en una taberna tan sólo para ver de qué manera esquilan más a sus trabajadores y a los consumidores”.
P.: Eso no es lo que divulgan sus discípulos del PRO .
A.B.: Porque lo tergiversan. Adam Smith era un filósofo moral, un hombre preocupado por la justicia, a un gran economista, Marx lo define como el padre de la economía política clásica.
P.: Recordemos algún pronóstico fallido de Adam Smith.
A.B.: Decía, a propósito de la nueva sociedad que se estaba gestando con enorme ímpetu en Gran Bretaña: “Vamos hacia un mundo en donde la universalización de las relaciones capitalistas de producción van a producir un mundo más igualitario y más armónico, un mundo donde ya no serán necesarias las guerras porque el comercio, la División Internacional del Trabajo van a sustituirlas”, e incluso, un pensador francés, Benjamin Constant, le pone un ingrediente más, lo llama el “dulce comercio”. ¡Macanas! El mundo no fue como ellos pensaban…
P.: ¿Quién acertó por aquella época?
A.B.: Dos jóvenes alemanes, que en 1847 escribieron el Manifiesto del Partido Comunista, donde hablaban de la expansión incontenible de las relaciones capitalistas de producción- anticipando lo que después se denominó globalización- hacia un mundo cada vez más desigual - entre las naciones y dentro de las naciones-
P.: ¿Cuánta desigualdad se puede resistir en paz en este planeta?
A.B.: Hay un libro muy importante que publicó hace dos años un autor francés, Thomas Piketty, que se llama El capital en el siglo XXI. Piketty no es marxista ni un hombre de izquierda, no obstante, un economista muy serio que estudió a largo plazo cómo evolucionaron las economías capitalistas en los últimos dos siglos. Lo que él demuestra, a partir de una base de datos impresionante, es que, a pesar de todos los esfuerzos hechos en el marco de los procesos de reconstrucción de posguerra y las políticas keynesianas, el capitalismo se convirtió cada vez más en un sistema desigual y entonces, evidentemente, se plantea la pregunta: ¿Qué nivel de desigualdad es tolerable y cuándo empieza a ser intolerable?
P.: Los datos de la desigualdad son abrumadores.
A.B.: Nunca en la historia de la humanidad hubo ocho personas (no hablo de empresas, sino de personas) que dispongan de tanta riqueza como el cincuenta por ciento de la población mundial. Esas ocho personas tienen tanta riqueza como tres mil quinientas millones de personas en el mundo. Es obvio que un mundo así hay que mantenerlo apelando a dos recursos fundamentales: a punta de las bayonetas, es decir, por la fuerza de las armas y con la violencia de la posverdad o la plusmentira o los medios de comunicación que engañan sistemáticamente a la población, les lavan la cabeza y la convencen de que vivimos en el mejor mundo posible.
P.: Y esa concentración tiende a agudizarse.
A.B.: El uno por ciento más rico tiene ya el cincuenta y dos por ciento de la riqueza que hay en el planeta, ¿cómo se sostiene eso? ¿Y en Estados Unidos? En aquel país hay un estudio hecho por la AFLSIO, que tiene una página especial que es el monitoreo de los salarios de los gerentes(los CEOS) en las distintas ramas de las empresas de los Estados Unidos. Muy interesante las conclusiones que ellos producen, los aportes que hacen, los datos que registran porque demuestran, por ejemplo, que en la rama de la industria alimenticia, a finales de los años sesenta, la distancia entre el trabajador raso de la industria de la alimentación y el gerente de una de esas plantas era de cuarenta a uno; si el trabajador ganaba diez, el otro ganaba cuatrocientos. En este momento, la diferencia ya no es de cuarenta a uno, es de casi quinientos a uno, es decir, se estiró completamente la pirámide, algunos se quedaron abajo y los de allá arriba ahora ganan cuarenta o cincuenta veces más que antes. La pregunta que hacen estos equipos de investigación de los sindicatos es si, efectivamente, esos gerentes han sido tanto más eficaces, han incrementado tantas veces su efectividad comercial y productiva como para justificar tan fenomenal desnivel en los salarios.
P.: ¿Quién gobierna los Estados Unidos?
A.B.: Lo gobierno lo que algunos estudios americanos llaman el Deep Government( el gobierno profundo), que es el entramado de grandes empresas- casi todas ellas vinculadas al complejo militar industrial- junto con sectores de los grupos dominantes tradicionales, y el poder mediático, que ha adquirido un predominio fenomenal en aquel país. Ellos son los que deciden las grandes orientaciones de la política que va a seguir Estados Unidos, más allá de lo que piense el presidente. Por ejemplo, Obama quería cerrar la cárcel que había en Guantánamo, que él mismo dijo “es una afrenta a la tradición jurídica de los Estados Unidos” y, sin embargo, pese a que fuera una afrenta y a que él fuera profesor de Derecho Constitucional, no lo pudo hacer porque él no manda. Porque los presidentes ahí tienen un poder muy acotado. Lo mismo cuando se produjo el famoso golpe en contra del presidente Zelaya en 2009, fue un domingo, los militares lo sacaron en pijama de su cama y lo metieron en un avión rumbo a Costa Rica. La primera reacción de Obama fue de condena, dijo que era inaceptable y criticó el golpe de estado. Pero, a la mañana siguiente a primera hora, estaba Hillary Clinton en todos los noticieros diciendo de que en Honduras no había habido un golpe de estado, que hubo un error de información y el presidente Obama había sido mal informado por eso se opuso cuando, en realidad, lo que había habido fue la culminación de un proceso institucional cumpliendo una orden perfectamente legal.
P. : ¿Y qué ocurre con Rusia?
A.B. : Los Estados Unidos tampoco esperaban la resurrección de Rusia. Por eso, a veces digo que tener malas ciencias sociales produce estos disparates diplomáticos. Cualquier analista inspirado en la tradición del pensamiento marxista hubiera claramente pronosticado que Rusia iba a volver. No podía no volver si había sido el árbitro de la política europea durante dos siglos y medio y, cuando viene la Revolución de octubre, el árbitro de la política mundial durante casi setenta años. Un país que tiene el territorio superior al de todo Sudamérica, que constituye un emporio de agua- el gran tema para el siglo XXI es la guerra del agua-, de energía fósil, gas y petróleo, e incluso, una potencia en materia de tecnología nuclear sólo comparable a la de Estados Unidos.
P.: Pero se pensó que con la caída del comunismo soviético había desaparecido del mapa.
A.B.: Se confundieron con Yeltsin. Decían que negociar con Yeltsin era muy fácil: bastaba con tener una botella de vodka en la mesa para sacarle lo que querían. Y, evidentemente, le sacaron muchas cosas a Rusia. Pero no vieron venir a Putin, y Putin no es Yeltsin. Es un personaje de otra talla, no sólo él sino también el ministro de Relaciones Exteriores, Lavrov. Cuando uno mira aquella dupla se da cuenta que no tiene par a nivel mundial. No hay un equipo de Jefe de Estado con Canciller que tenga la solidez, la agudeza, la voluntad que tienen estos dos. Sobre todo, la sangre fría. Putin es un ajedrecista súper cerebral que no ha pisado ninguno de los palitos que le han puesto a lo largo del camino: le derrumbaron un avión y el tipo reaccionó con una serenidad impresionante, le matan al embajador en Turquía y reacciona con serenidad también. En esas pruebas demostró tener un temple de acero y una mirada de muy largo plazo.
P.: Y, por otro lado, el monumental empuje económico de China.
A.B.: Si yo te preguntara si entre el 2011 y el 2013, si China consumió más o menos cemento que Estados Unido, ¿qué contestarías?
P. : Sin datos, adivinando, diría que más.
A.B.: ¿Pero cuánto más?
P.: Esto te pregunto yo ahora.
A.B.: La respuesta es que China consumió 46% más cemento en esos tres años que Estados Unidos en todo el siglo XX.
P.: Parece increíble.
A.B.: Cuando leí la noticia, dudé. Fui a buscar la fuente original. Esta fuente es el Energy Administration Information de los Estados Unidos- y ahí aparecen los datos en donde se demuestra con un gráfico cómo en esos tres años China consumió más cemento que Estados Unidos en todo el siglo XX. Este es el poderío de China hoy. Otro dato interesante: en el año 2016 se inauguraron algo así como ciento cinco edificios con más de trescientos metros de altura. Setenta y pico de esos se hicieron en China; en Estados Unidos se hicieron siete u ocho; en Japón seis; adivinen quién viene luego con cuatro edificios de esos… Corea del Norte.
P.: ¿ Pero no es que en Corea del Norte están todos desarrapados y desnutridos?
A.B.: Estamos hablando de cuatro edificios de trescientos metros, se podrá decir que los construyen fácilmente, pero estos edificios están habitados, son utilizados; hay empresas, hoteles, casas, oficinas. Entonces, ¿será que Corea del Norte es un desastre tan impresionante como dice la propaganda?. A mí me sorprendió ese dato, me despertó una enorme curiosidad para ponerme a investigar qué es lo que hay efectivamente.
P. : Además de construir rascacielos pueden desarrollar un programa nuclear.
A.B.: ¿Eso lo puede hacer Sierra Leona, Costa de Marfil, Yemen? No, por supuesto que no. Tienen que tener un establishment científico, dinero para hacer investigaciones, costosos ensayos nucleares, y tener algún tipo de recurso por lo cual la población está más o menos bien alimentada.
P.: Eso no significa acordar con su régimen político.
A.B.: A mí no me gustan esas dinastías; pero estamos tratando de entender por qué lograron convertirse en antagonistas de los Estados Unidos. O sea, no es un país cualquiera. Hay una tradición cultural muy fuerte en Corea. Fue siempre un solo país, los Estados Unidos lo partieron en dos, en la guerra de Corea, en 1953.
P.: ¿Por qué Latinoamérica sigue siendo importante para Estados Unidos?
A.B.: Porque seguimos siendo la reserva estratégica y el cordón de Seguridad Nacional es América Latina y el Caribe. Necesita de estos países y tiene un cuidado enorme de monitorearlos y recuperar el control perdido desde 1999, cuando aparece esta figura fenomenal que fue Hugo Chavez, diciendo un discurso que nadie le entendía: un discurso bolivariano.
P.: En un comienzo, como tantos intelectuales de izquerda, tuviste una visión crítica de Chavez.
A.B.: Cuando Chavez viene por primera vez a Argentina, alguna gente me dijo “Tenés que verlo a Chavez”. Y yo, brillante sociólogo egresado de Harvard, les dije “Yo no hablo con golpistas” y lo rechacé. Me insistieron mucho, sobre todo un hombre que en ese momento estaba de secretario del partido comunista que era Fava. Yo no tenía relación con el partido ni nada, pero Fava leía y mis cosas y me decía “Pero usted es un tipo que escribe, ¿por qué no habla con él?”. A lo que yo respondía: “No, es un milico y estoy harto con toda esa historia, ya basta”.
P.: ¿Y cuándo comenzaste a cambiar esa mirada?
A.B.: Cuando pocos meses después, Chavez llega a La Habana y veo la foto de Fidel, al pie del avión, esperándolo a Chavez con una alfombra roja. Entonces ahí yo dije: “¿qué fue lo que no ví?”. Fue un baño de humildad que yo agradezco porque uno a veces cree estar muy seguro de las cosas . La diferencia es que Fidel ve a cincuenta kilómetros y yo veo a cien metros. Fidel vio ahí al mariscal de campo que necesitaba para librar la gran batalla contra el ALCA, que ya estaba empezando. Y acertó, lo vio con una claridad meridiana.
P.: Chavez con su discurso bolivariano inaugura una nueva época para la región.
A.B.: Lo de Chavez fue una especie de alarma inicial, preliminar para los grupos dominantes de América Latina. Pocos años después, ganaba Lula la elección en Brasil en noviembre de 2002- la gana en gran parte por el 19 y 20 de diciembre de 2001 nuestro, Lula lo tiene muy claro porque él me lo dijo: la burguesía brasileña se espantó cuando vio las escenas de esos días allá en Buenos Aires y dijeron “si acá llega a haber un estallido del neoliberalismo igual que en Argentina no va a haber treinta o cuarenta muertos, acá se van a contar por miles-; tenemos enseguida en 2003 las elecciones acá en Argentina, gana Menem la primera vuelta. Pero, claro, Menem muy astuto se dio cuenta de que su piso era alto pero el techo era muy bajo, entonces declina de participar para la segunda vuelta y ahora sí este ciclo progresista cobra impulso con la presidencia a Nestor Kirchner; después viene el Frente Amplio en Uruguay; Evo Morales en Bolivia; Correa en Ecuador; Lugo en Paraguay y Daniel Ortega en Nicaragua.















P.: De repente Latinoamérica vuelve a convertirse en un continente en rebeldía.
A.B.: Chavez-que era considerado un mulato rumboso, poco serio, bueno para la joda y nada más- de repente se transforma en un líder del proceso de integración supranacional en América Latina. A Chavez le debemos la UNASUR, la CELAC, PETROCARIBE, el Banco del Sur, Telesur. Le debemos casi todo lo que se hizo en términos de unidad latinoamericana como la gran Biblioteca de Ayacucho. Todo eso que hizo Chavez fue producto de una enorme capacidad de trabajo y concreción, era un hombre que ponía acción detrás de sus palabras, y logró el milagro de la UNASUR.
P.: ¿Cómo leés esa desintegración de la UNASUR por la deserción de varios países, entre los cuales esta Argentina?
A.B.: Es la declaración de los gobiernos diciendo “Queremos ser colonia otra vez. No queremos unirnos, queremos ser países explotados, esquilmados y saqueados”.
P.: Algo totalmente funcional al intento de los Estados Unidos de recuperar totalmente el control de este continente.
A.B.: A ver, es el continente como tal más rico en agua: tenemos nosotros cuarenta y dos por ciento del agua dulce del planeta tierra, con apenas siete por ciento de la población mundial; tenemos diez de los minerales estratégicos más importantes del mundo, sobre todo, para la industria aeroespacial y la industria militar norteamericana; tenemos grandes reservas de petróleo: Venezuela, como país singular, es el país con la mayor reserva petrolífera del mundo. Por eso tanto interés por Venezuela, o de verdad se cree que a Estados Unidos le interesan los derechos humanos en este país, la crisis humanitaria, etc. Por favor, si Venezuela fuera el mayor productor de tomates del mundo, dejarían que gobernase cualquier monstruo, pero tienen petróleo. Además, lo que yo digo es que ese petróleo está a tres días y medio de navegación en un buque cisterna de Houston. No es un dato menor. El otro que viene del Extremo Oriente da la vuelta toda la Península Arábiga, todo África, el Cabo de Nueva Esperanza; en total, cuarenta y cinco días de navegación. ¿Cómo no les va a interesar apoderarse del petróleo venezolano? Tendrían que ser idiotas y no lo son. Hay petróleo también en Brasil, Colombia, Perú, Argentina y Ecuador; y gas, por todas partes, en Trinidad y Tobago, que es uno de los grandes productores de gas en el mundo, ¿cómo no va a querer controlar ese continente?; la mitad de la biodiversidad mundial, que es la madre de todas las ciencias modernas, todas las nanociencias se basan en la decodificación de los códigos genéticos de plantas y animales. Y acá tenemos a la mitad de las plantas y animales de todo el planeta en Sudamérica. Entonces, el control de países como Brasil, Colombia, Perú, Bolivia es fundamental. Aparte un potencial de darle de comer a mil millones de personas –además de las poblaciones propias-.
P.: ¿Cómo se ha movido Estados Unidos para conseguir el dominio regional?
A.B.: Empezaron con los golpes de nuevo tipo, porque la perturbación del orden constitucional mediante la intervención militar ha sido desplazada por un triángulo formado por buena parte del poder judicial , legisladores y comunicadores sociales. Controlando esos tres factores fundamentales, Estados Unidos controla la política no solamente de América Latina sino la política de todo el mundo.
P.: Con esta contraofensiva en marcha, Latinoamérica parece estar condenada a una regresión.
A.B.: No es tan así. Estados Unidos está tropezando con muchos problemas para estabilizar estos gobiernos de derecha en América Latina. Los problemas que hay en Brasil son inenarrables, una situación económica que da algunas señales de recuperación muy modestas después de una profunda caída, pero con un deterioro fenomenal de la situación social y política coronada con un crimen político como no había hace mucho tiempo allí. El gobierno de Argentina sólo está más estabilizado por falta de oposición, no por mérito propio. Estados Unidos está preocupado porque están prestándoles mucho dinero pero sin seguridades. ¿Por qué no traen su dinero a la Argentina, Dujovne o Aranguren? Porque ni ellos creen en el proyecto.
P.: ¿Qué opciones ves posibles?
A.B.: Armar algo parecido a lo que Líber Seregni creó en Uruguay con el Frente Amplio; se puede dar una gran pelea en las elecciones presidenciales del año que viene. Me parece que la historia no está cerrada, habrá que ver. En México va a ganar Lopez Obrador, que es el candidato que Estados Unidos no quiere, pero lleva más de veinticinco puntos de ventaja en las encuestas. No hay cómo pararlo. El problema es, primero, que no lo maten y, en segundo lugar, si gana- él ya ganó dos veces- le den finalmente el acceso al Palacio Presidencial. En Colombia, el bipartidismo tradicional está en el suelo y ahí también hay una pequeña chance de que pueda haber una sorpresa política electoral. En Perú se cayó el régimen- espejo para Macri- de Pedro Pablo Kuczynski, que tuvo que renunciar acusado por corrupción y con pruebas contundentes. Entonces, no es cierto que la derecha esté tan bien hoy por hoy en América Latina.




Santiago Marelli