martes, 12 de junio de 2018

Verde que te quiero verde



        Mientras en el Congreso se pelea voto a voto por la despenalización del aborto, urge escuchar las voces que ponen en claro qué es lo que está en discusión. La Iglesia, como custodia de la superstición de la culpa metafísica y del castigo divino, está en pie de guerra. Tedeúms, homilías, llamadas presionando a legisladores, y la inopinada virulencia de la prédica de supuestos ensotanados “progres”, como el padre Pepe; muestra que la libertad de una mujer sobre su propio cuerpo, es un bastión que la Santa Madre no está dispuesta a ceder. No nos vamos a referir acá a la fragilidad de los argumentos manifestados en el Congreso por los juristas contrarios al aborto, sino hacer hincapié en lo expuesto oportunamente por Fabián Salvioli –quien fuera Presidente del Comité de Derechos Humanos de la ONU, y actual Relator Especial de Naciones Unidas sobre Verdad, Justicia, Reparaciones y Garantías de No Repetición- y Darío Sztajnszrajber –filósofo-, dos pensadores con una mirada profunda sobre el tema.







Darío Sztajnzrajber:

Cuando estudié filosofía en la facultad di con un libro de un pensador norteamericano, cercano a la tradición liberal, llamado Josiah Royce, un libro denominado Justicia como imparcialidad y el subtítulo decía Política, no metafísica. Siempre me resultó intrigante la segunda parte del título, ¿qué significa la expresión “política, no metafísica”? ¿Y qué significa en relación a la justicia de una sociedad? Significa que para ciertas cuestiones que atañen a la vida social en común y, sobre todo, a las inequidades o desigualdades del orden social, no sirve discutir posiciones metafísicas ya que nunca nos vamos a poner de acuerdo.
Metafísica es una palabra que viene del griego y que quiere decir “aquello que está más allá de la física y la naturaleza”. La metafísica es una concepción de las cosas que excede toda posibilidad de comprobación última y que por ello termina siempre autojustificándose a sí misma. Por eso nunca podría haber acuerdo entre posturas metafísicas, por ejemplo, jamás podría haber acuerdo entre un creyente y un ateo en temas como la existencia de Dios o la existencia del alma o el origen del universo. Pero, para peor, tampoco podría haber acuerdo sobre los criterios que posibilitarían un acuerdo: la discusión entre un ateo y un creyente no se dirime sacándole una fotografía a Dios o llevando a un médico a que revise la espalda de los ángeles.
Es clarísimo el ejemplo del juicio de Galileo, cuando el cardenal lo interroga y le saca el telescopio con el que Galileo pretendía probar sus teorías y mirándolo a los ojos y con el telescopio en la mano, le dice: “¿Usted me va a decir que hay más verdad en este pedazo de lata que en la palabra de Dios?”¿Cómo ponernos de acuerdo, si ni siquiera hay acuerdo acerca de lo que es un acuerdo?
Hasta incluso me atrevo a decir que hay ciertas posiciones científicas, o más bien cientificistas, que también suponen oculta una metafísica. De hecho, las mismas experiencias empíricas- esto es lo que vemos con nuestros ojos de modo inobjetable- suponen confiar, la palabra confianza tiene en su raíz la palabra fe, en la transparencia de los sentidos. ¿Por qué admito en última instancia que lo que veo es lo que veo y que mis ojos acceden a la realidad  tal como es?
Esta falta de acuerdo se manifiesta en este debate con la polémica acerca del origen de la vida. ¿Cuándo comienza la vida?¿Cuándo se trata de una persona?¿Cuánto abarca la vida?¿Hay vidas más importantes que otras? Cada posición va construyendo una red de conceptos asociados y siempre termina justificando lo que previamente quería demostrar. No estamos hablando de otra cosa que de la posverdad.
Por eso creo que el debate sobre el origen de la vida es un debate que no vale la pena dar, que no vale la pena priorizar frente a las urgencias que día a día nos depara la existencia social del aborto. Creo que es mejor no discutir metafísica para dirimir cuestiones públicas. Dejemos las discusiones metafísicas que están buenísimas para nuestra formación existencial, para la elección que hacemos de nuestra forma de vida privada, para definir con quienes queremos forjar amistades. Pero para construir el orden social y convivir con la diferencia del otro, hagamos política. Saquemos a la “Verdad” de la cuestión pública, pongámosla entre paréntesis. En nombre de la “Verdad” se han cometido los más grandes exterminios de la historia. No pueden convivir nunca la democracia y los absolutos. No pueden convivir nunca la democracia y la “Verdad”.  Es que si hay una “Verdad” y alguien cree poseerla entonces al otro se lo ningunea, se le quita entidad y, automáticamente, se lo convierte en un enemigo, un ignorante o en un asesino.
El aborto es una cuestión política. Hablemos, entonces, de política. Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de las desigualdades sociales que condenan a muchísimas mujeres en situación de desventaja social  a la práctica de abortos en condiciones infrahumanas. Cada mujer que se desangra por falta de acceso exige que el Estado intervenga. Política, no metafísica. 
Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de acompañar el proceso de emancipación del cuerpo de la mujer- históricamente sojuzgado y naturalizada su expropiación-. La naturalización del cuerpo de la mujer como receptáculo reproductor la ha condenado a la desapropiación de su propia autonomía. Una mujer que no decide sobre su propio cuerpo es una ciudadana de segunda. Política, no metafísica.
Nuestra sociedad tiene que hacerse cargo de garantizar que cada cual pueda desarrollar en su vida privada la concepción metafísica que desee. Lo único que debe resguardar la ley es que nadie imponga su propia concepción como razón de Estado. Cualquier cosmovisión metafísica puede ser para quien la profese muy beneficiosa en la formación de sentido de las personas, pero se vuelve autoritaria cuando se pretende norma universal. 
Si se promulgase esta ley de interrupción voluntaria del embarazo, nadie te va a obligar a vos a que abortes. No sigas vos obligando a muchísimas mujeres a no decidir por sí mismas. Política, no metafísica.

Fabian Salvioli:

Es un debate histórico; yo me voy a referir naturalmente al derecho internacional de los Derechos Humanos que es la especialidad en la que me he formado, y fundamentalmente a lo que han dicho los Órganos Internacionales de protección, porque cuando hablamos aquí de los tratados internacionales en las condiciones de su vigencia, no es lo que nosotros pensamos, no es lo que digo yo o lo que dice usted señor presidente, es lo que dicen los Órganos Internacionales, y entonces, más bien, deberíamos ver qué dicen los Órganos Internacionales, entonces tengo seis premisas, desde el máximo respeto a todas las posiciones. Cualquier persona puede pensar que está a favor de la interrupción voluntaria del embarazo o en contra, lo que no se puede, señor presidente, es mentir; lo que no se puede es decir cosas que los órganos internacionales no dicen.
En primer lugar, la interrupción voluntaria del embarazo no es como se ha dicho en algunos días que he seguido el debate, ni pena de muerte, ni homicidio, ni ejecuciones sumarias, ni privación arbitraria de la vida, porque en tres décadas que llevo estudiando los pronunciamientos de los Órganos Internacionales les juro, ningún Órgano Internacional dijo esto, ninguno, y si alguien encuentra un pronunciamiento pues, que me lo muestre. Cualquiera puede pensar, si, que la interrupción voluntaria del embarazo es un crimen, pero es su pensamiento, no es lo que han dicho los Órganos Internacionales vigentes, no lo he visto por cierto señor presidente en los seis años que integre el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, ni los dos años en los que me toco presidirlo - que ha sido un enorme y gran orgullo para mí - y he visto a mis colegas referirse a los estados, diciendo exactamente lo contrario, de las cosas que aquí se han afirmado; en los cuarenta que funciona el Comité de Derechos Humanos, nunca, el Comité de Derechos Humanos ha dicho que la intervención voluntaria del embarazo es una privación arbitraria de la vida.
Segunda cuestión, en el orden interno tampoco, porque si fuese así el código penal no permitiría la excepciones al aborto, obviamente; en segundo lugar conforme al derecho internacional de los derechos humanos, las leyes que permiten la interrupción voluntaria del embarazo, no son violatorias de Derechos Humanos, examinados ciento veinte estados en el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, nunca le hemos dicho a un estado que tiene ley de interrupción voluntaria del embarazo que está violando el articulo seis del pacto de Derechos Civiles y Políticos, o cualquier otra norma de Derechos Humanos. Se ha dicho lamentablemente aquí que la despenalización del aborto es violatorio de la Constitución Nacional y de las convenciones; no es así, yo lamento decir que no es así; si así fuera los Órganos Internacionales lo hubieran dicho o estarían faltando a su trabajo, jamás los Órganos Internacionales han dicho esto.
Tercero, tampoco es cierto que los estados que no tenían interrupción voluntaria del embarazo violan los instrumentos internacionales al adoptar leyes, que permiten esta práctica, se examinó Uruguay, el comité de derechos económicos sociales y culturales felicitó a Uruguay por su ley de interrupción voluntaria del embarazo, el comité CEDAW exactamente igual.
Cuarto, los Órganos Internacionales nunca sostuvieron que existieran derechos de embriones o fetos, digo lo que han dicho los Órganos Internacionales - reitero que tengo el más absoluto respeto por las posiciones que cada quien pueda tener -; la corte Interamericana de Derechos Humanos. y voy a citar, dijo “de los tratados de Derechos Humanos e incluso la convención de derechos del niño, no es posible sostener que el embrión pueda ser considerado persona, en términos del artículo cuarto del pacto de San José de Costa Rica” y de la palabra en general de la convención de derechos humanos, se señala que el objeto de protección, es la mujer embarazada, entonces ¿Cómo es posible dicha protección sin tener en cuenta la voluntad de la mujer?¿ Sin convertirla en objeto una vez más y no en titular de derechos? Y la única vez que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos decidió un caso de aborto, dijo que “no  violación del Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, es el caso "Baby Boy 2141", cualquier persona, por supuesto, lo puede consultar; ahora ¿Cuáles son las obligaciones que tienen los estados en esta materia? El comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales dijo que hay muchas leyes y políticas y prácticas que socavan el derecho a la autonomía de las personas, por ejemplo, la penalización del aborto, y ha dicho que para respetar y garantizar los Derechos Humanos, hay que derogar las leyes de penalización del aborto -observación general 22 párrafo 34 y párrafo 40, para ser bien exacto- y en comité de Derechos Humanos he presidido el debate cuando se adoptó el párrafo 9 de la observación general 36 dice que los estados no deben tomar medidas tales como aplicar sanciones penales contra mujeres y niñas que se someten al aborto, y se lo dijo a la República Argentina cuando lo examinó por el caso "Belén", dijo que a la luz de ese caso debe considerar la descriminalización del aborto - yo no participe de ese examen porque no puedo formar parte del examen de estados de mi propio país pero lo presencie porque es un examen público-. 
El ex ministro de justicia dijo en este recinto, lamentablemente, que hay países abortistas y países no abortistas; no hay país abortista y países no abortistas, esa es una falta de respeto a los países que tienen regulada la interrupción voluntaria del embarazo, ni hay personas que estén a favor del aborto, nadie está a favor del aborto. Son curiosamente los países que tienen la interrupción voluntaria del embarazo los que menos abortos tienen, las leyes de interrupción voluntaria del embarazo no generan más aborto de los que ya existen, las estadísticas reflejan incluso menos de los que pasa, estoy seguro de que todas las personas aquí conocemos lamentablemente algún caso, en nuestra familia, nuestra comunidad, familia, escuela, trabajo, etc. 
Para trabajar contra el aborto hay otros mecanismos, no la ley penal, la educación sexual amplia de manera no oscurantista. ¿Cómo quiere señor presidente, usted, los legisladores y las legisladoras, quedar en la historia? 
El debate es sobre el derecho de las mujeres, hoy vemos con vergüenza retroactiva, señor presidente, el debate del sufragio y quienes se oponían ampulosamente a que las mujeres pudieran votar, y hubo otras personas que hicieron efectivamente lo correcto. Si yo estuviera en su lugar, señor presidente, no me quedaría ninguna duda, yo votaría a favor de la interrupción voluntaria del embarazo, porque soy más provida que nadie.

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