viernes, 13 de julio de 2018

Nini Marshall

Enrique Pinti

                   


Nini Marshall fue una genia absoluta y una maestra del humor en español, porque no ha habido en la historia humoristas que hayan podido calar con su agudeza en los entresijos de la sociedad de su tiempo, y hacer que sus personajes
- aunque esa misma sociedad haya cambiado- tengan una vigencia arrolladora.  Nini partía de un análisis penetrante de todo que veía, descubría sin amargura los defectos de la humanidad, y  mostraba satíricamente los personajes de la sociedad de su tiempo con una pintura lúcida y amorosa.
Si hacemos una diisección de los personajes de Nini, encontramos que  “Taquita” era conventillera, mala, intrigante, mentirosa, arma lío; sin embargo, tenía una base de bondad. “Cándida”, era una gallega que no sabía leer ni escribir,  pero con una ternura que conmovía a cualquiera. “La judía doña Pola”  aparecía en sus aristas negativas -  era capaz de repartir sus tarjetas de compra y venta en un velorio, no le importaba nada-, pero siempre era mostrada desde la simpatía, la comprensión y la calidad humana.
Nini –a quien tuve la suerte de conocer e incluso intentar hacer un espectáculo que finalmente no pudo realizarse porque enfermó, era una mujer de una modestia absoluta. Decía que era “una señora en su casa que se hacía la artista”. No era una pose de falsa modestia que busca taimadamente el elogio. Realmente ella pensaba que era eso: una señora de su casa que  salió a ganarse la vida cuando se fue el marido y tuvo que mantener a su hija. Venía de una posición normal, de clase media bastante acomodada, pero  tuvo que defenderse en un mundo de hombres haciendo un trabajo que era casi exclusivamente de ellos en la República Argentina y en el mundo. Hacer  humor siendo mujer es muy difícil hoy, pero era muchísimo más difícil cuando Nini empezó. O sea que luchó. Era una luchadora fuerte,  una luchadora maravillosa, pero no  de esas luchadoras agresivas que uno dice “Bueno, tiene valor pero es una mujer que tiene amargura”. Pintó la sociedad argentina de la década de 1940 como poca gente lo pudo hacer.
Tenía un manejo de la deformación idiomática que era espectacular y raro de encontrar en una mujer tan culta. Una facilidad magistral para hacer reir con lo más simple. Siempre con un gran dominio de la estructura del lenguaje. Los brutos de los militares de su épocas –tan brutos como los de cualquier época-, le prohibieron en la radio hacer el personaje de “Catita” porque decían que deformaba el idioma: No deformaba el idioma, ella hablaba tal cual hablaban las hijas de inmigrantes italianos que decían “lo que” en vez del “que” y que decían “hay cada una má de cuatro” que era un disparate directamente. Pero ella lo sacó de la realidad y le dio vuelo artístico.
               Sin duda, Niní será por siempre una de nuestras grandes maestras.

Nini Marshall- Cándida. La inflación: https://www.youtube.com/watch?v=OePZUV0aP8M

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