jueves, 18 de abril de 2019

ENTREVISTA A PERLA SUEZ

                                                           


 
                                                             Por Santiago Marelli, Guido Guaragna y Sergio Marelli

Perla Suez es una escritora cordobesa, autora de  numerosas novelas , entre otras,  la llamada Trilogía de Entre Ríos, que consta de Letargo, El arresto y complot;  Humo rojo-que le valiera el Premio Nacional de Novela-, El país del diablo, y recientemente, ha publicado Furia de Invierno: 1979. Un hombre que huye al Paraguay - pero como todos lleva consigo su historia adonde quiera que vaya- donde vivirá numerosas peripecias, conocerá una mujer, algunos trabajos,  y el arduo oficio de sobrevivir en los márgenes.  Volverá a Buenos Aires, y será una pieza ciega en el rompecabezas de un acontencimiento grabado a fuego en la memoria de todos los argentinos y que ilumina, retrospectivamente, con su llamarada, todo lo acontecido en el relato.


Pregunta: ¿Qué más podemos contar sobre la trama de esta historia sin traicionar el suspenso que tiene el libro?

Perla Suez: Si avanzo arruino la lectura. Quizás lo que puedo decirles a los lectores es que hay un personaje principal que lleva la historia y hay una trama para la que yo tenía un final bastante duro. Y lo tenía pensado desde el comienzo, pero trabajé toda la trama escondiendo ese final porque quería que el lector fuera dando los pasos y  descubriendo cada etapa histórica; aunque no es una novela histórica pero encuadra al personaje y al aspecto de él, que sí le podemos adelantar al lector,  es un border, un outsider, un don nadie que quiere salir adelante a toda costa y siempre ocurre  algo que no se lo permite.

P.: Hay toda una tensión latente en la novela, la inminencia de algo muy importante que está por ocurrir, que se manifiesta en algunos indicios, en algunas piezas que recién al unirlas hacia al final cobran todo su sentido.

P.S.:  Un poco está armada como escena, con mucha influencia del cine, porque además yo me formé también en el cine y tengo gran admiración por el buen cine; entonces trabajé las palabras como imágenes tratando de que se visualicen todo el tiempo  -omitiendo que también es parte de mi estilo-, siendo muy austera, minimalista con el lenguaje y tratando de que el lector vaya avanzando en la lectura y siga detrás de esta especie de liebre que es el personaje principal que se llama Luque.

P.: A propósito del personaje principal, Luque, ¿en qué te inspiraste para construirlo? ¿Por qué le diste esas características?

P.S.: Es tan misteriosa la ficción, ¿no? A mí siempre me han preocupado los personajes y todo este mundo underground, outsider, marginal donde parece que en nuestras sociedades oscuras y tremendas están totalmente invisibilizados. La realidad social es que un personaje que no tiene protagonismo en la vida está condenado a no existir o a existir de un modo tan marginal que está condenado a no encontrar la salida. Eso creo que fue lo que me empujó fuertemente, la idea de construir un personaje que quiere dejar de ser un nadie. ¿Es posible en una sociedad violenta e hipócrita como la que vivimos que un individuo que quiere salir, escape de su pasado? ¿Qué alternativas tiene en este mundo? Ese es el gran interrogante, de ahí partí y mi deseo es que el lector pueda llegar a hacer el círculo y cerrar ese sentido de pertenencia al personaje marginal y a lo que estamos viviendo.

P.: Uno de los grandes méritos de la novela es la manera en que trazaste la silueta de Luque, un personaje que en el relato  no tiene siquiera nombre de pila,  pero, sin embargo, a lo largo de la novella uno establece una empatía con él. 

P.S.: Quizás hay una rebelión en todo escritor. Una rebelión contra un mundo injusto como el que vivimos y, tal vez, mis trazos en esta historia tengan que ver también con algunas marginalidades que tengo yo y que obviamente tenemos todos. Me dije que tenía el privilegio de poder contar esta historia visibilizandor a través de la ficción una realidad cruda que no tiene manera aparentemente de modificarse, sobre todo cuando el personaje, como una liebre, corre y escapa buscando la puerta de salida. Todos estamos en un corral encerrados, como si fuera un coto de caza y, por lo menos, los que tenemos una educación, los que pudimos acceder a los estudios, tenemos un mecanismo de defensa un poco mayor.  Aunque quizá todos estemos metidos en el mismo corral.

P.: En la lógica de los hechos en los que está inmerso, hay un momento en que se  abre una opción que, de haberse tomado, su vida hubiera cambiado. Pareciera que el azar también conspira contra él.

P.S.:  Llegué a conmoverme cuando me pude meter en la piel de él. En el momento de la novela en el que él tiene la oportunidad de salir y uno dice internamente “acá está, acá sale”, hay algo que se cruza. Estuve tentadísima  de ayudarlo, pero ya no hubiera sido la novela que es porque no hubiera sido verosímil.

P.:  Hubiera ayudado al personaje perjudicando la historia.

P.S.: Exactamente. La realidad es bastante más difícil y dura que los facilismos de cualquier tipo. Ahora le queda al lector buscar si el personaje finalmente encontró una salida a pesar de lo que le pasó. El final es del lector: resuelvan ustedes lectores si uno se puede librar de eso o no.

P.: Hablaste de visibilizar a través de la ficción y, teniendo en cuenta que esta novela tiene un fuerte contenido histórico, ¿qué elementos crees que son los que puede aportar la ficción para resignificar algunos momentos de nuestra historia?

P.S.: Yo creo que hay que contar la otra historia. Desde la ficción uno tiene que inventar personajes que sean creíbles, aunque no haya una ley ni una regla de oro. Me parece que si uno parte de la base de contar algo a través de uno o dos personajes principals, puede construir una trama que tenga que ver con nuestra sociedad. Esa es la propuesta y la idea de la novella.  En la construcción de una alternativa para la sociedad, siempre la ficción se ha adelantado: desde la ciencia ficción, cuando se hablaba de que este género anticipaba hechos, desde La naranja mecánica en el cine de Kubrick hasta donde quieras. No importa si ocurrió tal cual, lo importante es que el lector descubra cómo se mueve esta máquina demoledora que es la sociedad en relación a cualquier individuo que está  en la calle, en circunstancias en las que uno también es víctima porque en cualquier momento también le puede pasar lo mismo.



P.: Esta es una novela muy visual, hablamos de Luque pero se podria decir que todos los personajes que pueblan la novela están delineados muy claramente, hay una voluntad de mostrar todo lo que se cuenta, indudablemente tu formación cinematográfica que la llevas puesta también como escritora.

P.S.: Sin dudas. Ya me lo han dicho muchos: “esto es una película”. Para mí, las escenas siempre tienen que visualizarse, la literatura es eso: poder ver y comprometerse con el personaje para hacerlo tuyo. En relación con el cine, en este momento, como proyecto de trabajo de largo aliento, estoy recopilando algo que hice hace muchos años-cuando tenía 23 años y había empezado la carrera de cine-, un viaje a dedo con mi compañero por Perú y Chile. Después, en otro viaje, pudimos cruzar a Praga en la época todavía stalinista y entre esos dos viajes saqué más de cuatro mil fotos analógicas. Ahora, digitalicé todo, quedándome solo con sesenta o setenta fotos nada más y poniéndole textos breves que son muy contemporáneos, pero que tienen que ver con esa época. Sin embargo, uno puede imaginar que los personajes que estaban plantados en esa captura tienen que ver exactamente con lo que estamos viviendo hoy a pesar del paso de los años. Se va a llamar “Tres mujeres”, porque está todo contado a través de tres mujeres: una que es pescadora del sur de Chile, una de Praga que es hilandera en una fábrica de tejidos, y la tercera, de Perú, una sembradora de la zona Andina. Es mi reencuentro con el cine y la fotografía.

P.: Estás haciendo la analogía entre casi cuarenta años de distancia, ¿cuáles son los mayores puntos de contacto que encontrás entre aquel entonces y la actualidad?

P.S.: Si te lo tuviese que contestar en una frase, diría que la condición humana es muy oscura. Somos muy complejos y contradictorios, y a mí me interesa mucho mostrar esa ambivalencia en la que de alguna manera uno cree que tiene resuelto todo y, de pronto, el azar aparece. Lo mismo ocurre con la historia; algo sucede que no manejamos, que no tiene que ver con el poder político sino con estas cosas que pasan en la vida, y eso me interesa muchísimo. Cuando trabajo y no salen las cosas rápidamente, me impulsa  esa necesidad de saber un poco más por qué tenemos todas estas mezquindades y dificultades para entendernos. También las cosas placenteras que le pueden pasar a los personajes, no es todo apocalíptico.

P.:  ¿Cómo fue tu formación cinematográfica?

P.S.: Fue maravilloso. Yo vivo en Córdoba y en aquella Escuela de Artes estaban los mejores profesores  de la Escuela de Santa Fe: Fernando Birri y Juan Oliva, entre otros. Aprendí muchísimo con ellos. Eran épocas en las que la tecnología que tenemos ahora no existía y era todo manual. Podíamos trabajar en una clase de una hora y media con una sola imagen, suponte de una película de Fellini, viendo detalles, cómo se mueve, cómo se compone. Ha sido un aprendizaje de esos claroscuros que son los mismos que tienen las películas analógicas que son parte también de nuestra condición humana.

P.: Recordaste a Fernando Birri, un personaje absolutamente admirable.

P.S.: Totalmente de acuerdo, un grande, al igual que todo el equipo. Entre los artistas se perdió esa cosa de humildad frente a lo que uno tiene que componer y dejar que el otro diga si algo sirve o no. Estar abierto a la crítica y no creérnoslo, porque el día que un escritor o artista se cree lo que hace, empieza a patinar y confundirse. Quiero decir, ellos  fueron modelos de personas  no sólo de profesores. Enseñaron como comportarse en la vida  con una gran sensibilidad por el arte. En ese sentido es un orgullo tomarlos como referentes y modelos. Es como si estuviesen  sus voces  convocándonos a trabajar.

P.: Ya que hablamos de cine, ¿Alguna vez te tentaron o te tentaste de hacer un guión para cine?

P.S..: Sí me tentaron, pero ahí no hice concesiones. Lo intenté sola desde la escritura en una novela que se llama “La pasajera”. Trabajé como si fuera un rompecabezas, con las piezas numeradas de las escenas y las iba moviendo como me enseño la Escuela de Birri, a hacer un montaje básicamente. Acá en “Furia de invierno” también trabajé con montaje, para llegar a subir la tensión y el conflicto que se desata.

P.: Nombranos algunas películas que te hayan parecido muy bien contadas.

P.S.: A mí no me gustan los finales sorpresivos, y yo tenía miedo con “Furia de invierno” de caer en eso, entonces agarré como modelo “La Isla Siniestra”, de Scorsese. A mí ese final no me gusta, sin embargo dije: “qué ha hecho este director para que la construcción sea excelente”. Sirvió de modelo porque yo tenía que construir mi historia con un personaje y es muy difícil sostener la atención con un personaje principal aunque vengan otros personajes secundarios como los hay en Furia. Volviendo a la pregunta, todo el cine del neorrealismo italiano fue fundamental para mí, para ir más allá en el tiempo, todo lo que es post guerra digamos. Después en el cine norteamericano, el western. Visconti en el cine clásico, no se lo puede dejar de ver. Y del cine contemporáneo hay muchas películas y directores que me gustan. Alonso, un director argentino, hace otra cosa porque trabaja con atmósferas, no construye historias. “Los muertos”, es una película suya que me pareció maravillosa y es todo clima, donde en realidad no pasa nada. Lucrecia Martel también, desde “La niña santa” y “La ciénaga”, fue lo que más me marcó de ella.

P.: ¿Y con series, te enganchaste con alguna?

P.S.: Veo series, bastantes. Pero cada vez me convenzo más de que no es por ahí donde me gusta, siento que me agrada más la película entera. Los enganches funcionan bien de un capítulo a otro y crean suspensos, por ejemplo en Black Mirror, pero soy de otro palo. Me gusta ver todo entero. No tengo el tiempo para seguirlas también, veo una parte y me doy cuenta que me quedan 12 capítulos,  y prefiero ver una película o irme a leer.

P.: Siempre nombrás a Antonio Di Benedetto como un referente, ¡cuáles son los rasgos más valiosos de su escritura?

P.S..:  Además de su lenguaje poético -cuidado y no españolizado-, el manejo que hace del absurdo en sus cuentos. Es una referencia fundamental de la literatura del siglo XX. Por supuesto que tenemos varios de esa categoría, entre hombres y mujeres. Sara Gallardo estuvo muy invisibilizada. Es muy fuerte leer todas sus cosas. Que haya sido opacada tiene que ver con la época donde la mujer era siempre invisibilizada por el hombre. La figura del hombre siempre tapaba a las mujeres. Tampoco creo que estuviera en la pretensión de ella estar en los grandes lugares de la literatura, y eso tiene que ver con cómo uno esta plantado en la vida.

P.: ¿Seguís escribiendo literatura para niños?

P.S.: Si. Yo empecé haciendo libros para niños, porque tuve la suerte de ganar una beca en Francia, y en esos años había un profesor como Marc Soriano . Fui a escuchar una conferencia suya y terminó invitándome a su cátedra. En esos dos años aprendí un montón . “A mi me encantaría trabajar con los cuentos de hadas”, le dije, y me contest: “Vos venís de la Argentina, trabajá sobre lo tuyo y  lo de tu continente”. Me dejó con la boca abierta, una paliza maravillosa. No terminé nunca de agradecerle. Para niños se está escribiendo demasiado por suerte. Me preocupa más el qué contás que el cómo contás. En la literatura para adultos está más maduro el asunto, es muy difícil escribir para niños. Mi primer novela corta para niños es “Memorias de Vladimir” y es el único libro que a mí me ata todavía, quizás por ser mi primer experiencia fuerte en este campo.

P.: ¿A Liliana Bodoc la conociste?

P.S.: Una grande. Teníamos una relación muy fuerte. Esa muerte súbita e impensada para todos nos hizo muy mal. Sus libros marcaron un antes y un después.

P.:¿Cómo es tu relación con la política, seguís con atención lo que pasa?

P.S.: Me aturde. Los medios de comunicación están totalmente manipulados, siento que me cuentan una gran mentira, que la realidad pasa un lado totalmente diferente. La mayoría tiene hambre y no tiene trabajo. Quieras o no, uno tiene una postura en la vida y lo ideológico esta presente todo el tiempo y justamente ahora en el 7° Congreso de la Lengua Española que me invitaron yo dije: “El lenguaje es un terreno de disputa político y social, cuando uno escribe muestra un mundo y no otro, y esta posicionándose”. Siempre esta presente el compromiso por la palabra.