Homenaje a Roberto Fernández Retamar
Por Sahar Chaabane
Un sábado se marchó
Un bâtisseur de la nation cubaine,
hacia un espacio paralelo a Cuba,
a su gloria,
a su cielo,
donde descansan los soñadores,
los constructores de los grandes sueños.
Los hacedores de patrias respetan los horarios
hasta el final,
hasta morir en los tiempos de descanso.
Quizás,
para no interrumpir una obra,
para unir a los presentes,
para despedirse de sus rostros,
para cosechar gratitudes
para otros rostros,
que viajaron sin avisar.
Un arsenal de cartas se envía a tu Casa:
Casa de las Américas,
la Casa de millones,
la Casa de la promesa y la voz ardientes.
Y algunas cartas no deberían haber tardado tanto en llegar,
ni deberían esperar hasta tu viaje:
El viaje del soñador andante.
Y como no eres de "los normales",
ni eres de los anormales,
y eres poeta de amores y sueños,
dueño de razón y dudas,
dejas una fortuna de pensamientos
para "el otro",
para "los sobrevivientes",
y para los que sobrevivirán a la atrocidad de las bestias.
Roberto,
mañana o pasado mañana,
Calibán crecerá con millares manos,
para levantar la Atlántida caída,
La “Atlántida nueva y antigua” de tus sueños:
otra Casa que forjaremos
con “toda la luz, toda la sangre”.
