martes, 22 de octubre de 2019

ANTONELLA SEPÚLVEDA

                                                               
                                                      LA BELLEZA DE LA VERDAD
                         


La nota también podría haberse titulado la verdad de la belleza, porque como ya lo dejó dicho Hegel: “la belleza es un modo de ser de la verdad”. El artista es el que logra que ambas cosas –verdad y belleza-, resplandezcan en una síntesis, sean dos maneras de nombrar lo mismo. Eso es lo que logra Antonella Sepúlveda, por la sencilla razón de que es una artista. Nació en Santiago de Chile, y es la creadora del proyecto “Tallado y Memoria”. Proyecto de preservación de la memoria, pero también de creación. Cincelar en el tiempo la libertad y la justicia como quien busca al Moisés en el bloque de mármol. Tallar el futuro desde la memoria, sabiendo que son dos alas de un mismo vuelo. 




     “Me considero una diseñadora bastante inquieta y perfeccionista”, dice Antonella Sepúlveda, mientras trabaja con texturas, volúmenes, colores, que infunden nueva vida a esos hombres y mujeres que hablaron con sus gestos y cuyas palabras no son humareda que disipará el viento de la historia, sino que siguen diciendo cosas que resuenan en el aire que respiramos. Siguen naciendo. Tan lejos de esos campos cercados donde pastan los rebaños humanos para quienes el cuerpo nunca es el lugar donde se pone a prueba las convicciones sino apenas un instrumento prestado que al final de sus días devuelven con indiferencia.



      Es autodidacta, y su instrumento principal es la perseverancia. Hizo suya esa conclusión de Heidegger: “en la paciencia madura la grandeza”, y con gran rigor estético está atenta a cada detalle, cada matiz, cada terminación; para regresar, no como delicadas fantasmagorías, sino como presencias palpitantes, a esos seres con los que nos sentimos entrañablemente unidos y que la muerte no pudo matar porque son cómplices de la vida que vendrá.



         Se siente orgullosa de su historia familiar. Un abuelo comunista - dirigente sindical ferroviario-, y un padre que apoyó a Salvador Allende y “hoy es un exonerado político”. Ni aún en tiempos de derrota deja que el óxido de la resignación le cale los huesos, y sale armada con sus obras a enfrentar a los cínicos accionistas de esta “ sociedad depredadora llamada capitalismo”, que está en contradicción incurable con los intereses del pueblo. Hacer memoria es también crear consciencia, delinear ese futuro que aún no tiene rostro pero que sin duda tendrá muchos de los rasgos de esos luchadores y luchadoras que nos recuerdan, con elocuente transparencia, que la historia no sólo no terminó sino que aún está por hacerse.