martes, 24 de marzo de 2020

CORRESPONDENCIA DE GROUCHO MARX CON T.S.ELIOT



Todo empezó en 1961, con una carta que T.S. Eliot envió a Groucho Marx pidiéndole un retrato suyo. Groucho cumplió el pedido a lo Groucho: le envió una foto en la que poco se parecía a su imagen arquetípica: sin el bigote pintado y en una de las pocas veces que no tuvo el puro en la boca. Ese fue el punto de arranque de una copiosa correspondencia de la que publicamos sólo algunas piezas.

26 de abril 1961
Querido Groucho Marx:
Unas líneas para comunicarle que ha llegado su retrato y me ha proporcionado un gran placer y pronto estará con su marco en mi pared junto a otros amigos famosos como W.B. Yeats y Paul Valéry. Tanto si quiere realmente una fotografía mía como si la pide simplemente por delicadeza, va a recibir una. He encargado una copia de una de las mejores y por supuesto se la dedicaré con mi gratitud y testimonio de admiración. Tiene que saber que es usted mi más codiciada pin-up. Yo seré feliz de ocupar un lugar mucho más humilde en su colección.
Y, a propósito, siempre y cuando usted y la señora Marx estén en Londres, mi esposa y yo esperamos que coman con nosotros.
Muy sinceramente suyo,
T.S. Eliot.
P.S. A mí también me gustan los puros, pero tampoco hay puro en mi retrato.
19 de junio 1961
Querido T.S.:
Su foto me llegó en perfecto estado y espero que estas líneas de agradecimiento le encuentren en la misma condición.
No tenía la menor idea de que fuese usted tan atractivo. El hecho de que no le hayan ofrecido el papel de protagonista en alguna película sexy sólo puedo atribuirlo a la estupidez de los directores de reparto.
Si voy a Londres me aprovecharé por supuesto de su amable invitación y si viene usted a California espero que me permita hacer lo mismo.
Cordialmente,
Groucho Marx.
25 de enero 1963
Querido Sr. Eliot:
He leído en el último Time Magazine que estaba usted enfermo. Sólo quiero decirle que hago votos para su pronto restablecimiento. En primer lugar por su contribución a la literatura y luego por el hecho de que ni bajo las más penosas circunstancias ha dejado nunca de fumar puros.
Apresúrese a ponerse bueno.
Saludos.
Groucho Marx.
23 de febrero 1963
Querido Groucho Marx:
Parecería más impertinente dirigirse a Groucho Marx llamándole “Querido Sr. Marx” que dirigirse a cualquier otra celebridad por su nombre de pila. Es por respeto, querido Groucho, por lo que me dirijo a usted así. Sería absolutamente feliz de tener una carta de Groucho Marx que empezara “Querido TSE”. Sea como sea, quiero agradecerle su carta y decirle que estoy convaleciendo con toda la rapidez que me permite este horrible tiempo invernal y que mi esposa y yo esperamos ir a las Bermudas a fines del próximo mes en busca de calor y aire puro y estar de regreso a Londres a tiempo para recibirle en primavera. Venga pues, digamos, hacia primeros de mayo.
¿Le acompañará la señora Groucho? (Creemos que les vimos a los dos en Jamaica a principios de 1961, en el momento de embarcar en ese barco de casco de cristal del que nosotros acabábamos de escapar). Debería traer una secretaria, un encargado de relaciones públicas y un par de detectives privados para que le protegieran de la prensa de Londres; pero por numerosos que sean sus compromisos, esperamos que nos haga el honor de comer algún día con nosotros.
Muy sinceramente suyo,
T.S. Eliot.
P.S. Su retrato está enmarcado sobre la repisa de la chimenea de mi oficina, pero tengo que señalarlo a mis visitantes porque nadie le reconoce sin el puro y los ojos que dan vueltas. Procuraré encontrar un puro digno de usted.
16 de mayo 1963
Querido Groucho:
Debería haberle escrito inmediatamente después de mi regreso de las Bermudas para darle las gracias por la segunda y hermosa foto de Groucho, pero después de estar cinco semanas en el hospital a fines de año y luego otras tantas en casa bajo el cuidado de mi esposa, me embarcaron a las Bermudas con la esperanza de que hallara una clima más cálido y ahora acabo de regresar. Todavía no desarrollo una actividad completamente normal, pero espero hacerlo para cuando usted y la señora Groucho se dejen ver. Iremos a Yorkshire para finales de junio y de julio, pero estaremos aquí el resto del verano.
Entre tanto, su nuevo y espléndido retrato está enmarcándose. Me gustaron mucho ambos y no puedo decidir cuál dejar en casa y cuál poner en la pared de mi oficina. El nuevo impresionaría más a los visitantes, especialmente a los que quiero impresionar, puesto que es inconfundiblemente Groucho. La única solución sería llevarme los dos conmigo todos los días.
No sé si podré encontrarle un puro tan bueno como parece ser el del retrato, pero haré todo lo que pueda.
Con gratitud, su admirador,
T.S.
11 de junio 1963
Querido Sr. Eliot:
Soy un corresponsal muy descuidado. Tengo su carta del 16 de mayo delante de mí y sólo ahora me pongo con ella.
El hecho es que los planes mejor trazados de los ratones y de los hombres, etc. Poco después de recibir su carta padecí una leve infección. Todavía no me he librado de ella y todos los planes de salir este verano se han ido por la borda.
Mi intención ahora es la de visitar Israel a principios de octubre cuando todos los turistas hayan regresado de sus diversos viajes. Entonces, en el viaje de regreso de Israel, me detendré en Londres para verle.
Espero que esté totalmente recuperado de su enfermedad y procure que no le suceda nada más. En octubre recuerde que usted y yo nos emborracharemos juntos.
Cordialmente,
Groucho.
24 de junio 1963
Querido Groucho:
Estas noticias no son del todo malas porque estaré en mejores condiciones para beber en octubre que ahora. Le envidio que vaya a Israel y me gustaría poder ir también si el clima es bueno en invierno porque siento una viva admiración por ese país. Espero que me hable de su viaje cuando nos veamos y espero que, entre tanto, nos encontremos los dos con la mejor salud. Uno de sus retratos está en la pared de mi despacho y el otro sobre la mesa de trabajo de mi casa.
Saludos,
T.S.
1 octubre 1963
Querido Tom:
¡Si no es ése su nombre me he metido en un buen lío! Pero creo haber leído en alguna parte que se llamaba igual que Tom Gibbons, un boxeador que vivía en Saint Paul.
No tenía la menor idea de que tuviera setenta y cinco años. Hay un magnífico homenaje a usted en la sección de crítica literaria del New York Times del 29 de setiembre. Si no recibe usted el New York Times dígamelo y le mandaré mi ejemplar. Hay una excelente fotografía suya de un tal señor Gerald Kelly. Yo diría, a juzgar por esa foto, que tiene usted unos sesenta años y dos semanas.
Había también un párrafo en el que se mencionaban los numerosos retratos que alberga su estudio. Un nombre llamaba la atención por su ausencia. Confío en que fuese una omisión por parte de Stephen Spender (nota: poeta y periodista inglés, conocido por los bruscos cambios de sus opiniones políticas).
Mi enfermedad que, tres meses atrás, mis tres médicos consideraban trivial, está haciendo una brillante carrera en mi organismo. Lamento decir que los tres médicos nadan en la abundancia. Hasta ahora, me han birlado ocho mil pavos. Digo esto sólo para explicarle que no podré estar ahí en octubre. No obstante, para el próximo mayo o así espero estar lo suficientemente bien para tomar esa comida gratis que me ha estado prometiendo durante los dos últimos años.
Mis mejores deseos para usted y su encantadora esposa, quienquiera que sea.
Espero que se encuentre bien de nuevo.
Un afectuoso saludo,
Groucho.
16 de octubre 1963
Querido Groucho:
He recibido la suya del primero de octubre. No recuerdo el nombre de Tom Gibbons en este momento, pero si ello le ayuda a recordar mi nombre, por mí vale.
Creo que Stephen Spender sólo trataba de enumerar los retratos al óleo y acuarelas y no las fotografías; así lo espero. Pero hay un buen número de fotos familiares y amigos en mi estudio, aunque no recuerdo que Stephen estuviera en él.
Me mandó lo que había escrito para el New York Times y yo le ayudé un poco y le recordé que tenía un buen número de libros, como podría haber visto si hubiese mirado a su alrededor.
Hay también en mi despacho un importante y llamativo retrato que ha sido identificado por muchos de mis visitantes junto con otros amigos de ambos sexos.
Siento que no venga aquí este año y lo siento más todavía por la razón que se lo impide. Espero, no obstante, que se deje ver en primavera si sus médicos le dejan algún centavo para pagarse el viaje. Si usted no se presenta, me temo que todas las personas con las que me he jactado de conocerle (y de llamarnos por nuestros nombres de pila) me tomaría por un fanfarrón. Habrá una comida gratis y bebidas gratis para usted el próximo mayo. Entre tanto, nosotros estaremos en Nueva York durante el mes de diciembre y si coincidiera que pasara usted por allá en esa época del año, espero que coma gratis a cuenta mía. Me encantaría verle dondequiera que estemos y estaría orgulloso de que me vieran en su compañía. Mi encantadora esposa, lo mismo que yo, le manda sus mejores deseos, pero no añade “quienquiera que sea”: ella lo sabe. Fui yo el primero que le hizo conocer las películas de los hermanos Marx y ahora es una admiradora de ellos tan entusiasta como yo. No hace mucho fuimos a ver la reposición de Go West, que yo no había visto nunca. Sin duda valía la pena.
Siempre suyo,
Tom
P.S. La fotografía está tomada de un retrato al óleo, hecho hace dos años; no es una fotografía tomada directamente de mí. Estoy muy favorecido en ella y mi mujer piensa que da una imagen muy fiel de mí.
 1 de noviembre de 1963
Querido Tom:
Puesto que es usted en realidad un americano primitivo (no quiero decir que sea usted un mueble antiguo, sino que es un prófugo de Saint Louis) debería de haber oído hablar de Tom Gibbons. Para su información, Tom Gibbons nació en Saint Paul, Minnesota, que está sólo a un tiro de piedra de Missouri. Es decir, si la piedra está metida dentro de un proyectil. Tom fue, en cierta época, campeón del mundo de los pesos medios, y aunque Jack Dempsey le superaba en diez kilos, hizo combate nulo con él en Shelby, Montana.
El nombre de Tom corresponde a muchas cosas. Había una vez un famoso actor judío llamado Thomashevsky. Todos los gatos machos se llaman Tom, a menos que hayan sido castrados. En este caso son simplemente neutros y, como acaba de demostrar la sublevación de Saigón, ya no hay sitio para los neutrales.
Hay una vieja canción infantil que empieza: “Tom, Tom, the piper’s son”, etc. El nombre del tercer presidente de los Estados Unidos era Tom…, por si lo ha olvidado, Jefferson.
Así pues, cuando le llamo Tom, quiere decir que es usted una mezcla de un boxeador del peso pesado, un gato callejero macho y el tercer presidente de los Estados Unidos.
Acabo de terminar mi último opúsculo: Memorias de un amante sarnoso. La mayor parte es autobiográfica y muy poco es ficción. Dudo de que perdure a través de los tiempos, pero si está en disposición sexy la noche que lo lea, puede estimularle más allá de todo lo imaginable y reavivarle recuerdos que llevaba años olvidados.
El sexo, como industria, constituye un gran negocio en este país, lo mismo que en Inglaterra. Es algo en lo que todo el mundo está profundamente interesado aunque sólo sea teóricamente. Supongo que siempre ha sido así, pero creo que en épocas anteriores se hablaba de ello y se practicaba de una manera más subrepticia. Sin embargo, la nueva escuela de escritores ha acabado por sacar el dormitorio y el retrete a la luz del día para que los vea todo el mundo. Se puede echar la culpa de todo ello a Havelock Ellis, Krafft-Ebing y Brill, Jung y Freud (¡Vaya trío!) Además, por supuesto, de al difunto señor Kinsey quien, no satisfecho con los rumores, fue de casa en casa, metiendo la nariz donde los ángeles siempre habían evitado pisar.
No obstante me interesaría conocer sus puntos de vista sobre el sexo, así que no lo dude. Confíe en mí. Aunque generalmente se me considere informal, puede confiarse en mí para cuestiones de tal importancia.
Si existe alguna posibilidad de estar en Nueva York en diciembre, trataré por supuesto de aprovecharla y se lo comunicaré con tiempo suficiente.
Mis mejores deseos para usted y la señora Tom.
Suyo afectísimo,
Groucho.
3 junio 1964
Querido Groucho:
Estas líneas para comunicarle que hemos dispuesto un coche de la International Car Hire (una compañía que utilizamos bastante) para que le recoja a usted y a la señora Groucho el sábado a las 6.40 de la tarde en el Savoy y les traiga a casa para cenar y les acompañe de nuevo al final de la velada. Por supuesto, son nuestros invitado en todo y estamos impacientes y esperamos con el mayor placer verles a los dos.
El retrato de usted en los periódicos diciendo que, entre otras razones, ha venido a Londres para verme ha aumentado, considerablemente mi reputación entre el vecindario y sobre todo ante el frutero de la acera de enfrente.
Evidentemente soy ahora alguien de importancia.
Siempre suyo,
Tom.

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