martes, 22 de diciembre de 2020

FIJMAN, PRONTUARIO DE UN ÁNGEL. Por Vicente Zito Lema

 


Jacobo Fijman nace el 25 de enero de 1898, en Besarabia, Rusia. En 1902 la familia Fijman –de origen semita, campesinos- emigra a la Argentina. Su padre (Arón) se emplea como colocador de vías en el ferrocarril. Vivirán en campamentos precarios en el sur argentino, en la zona de Zapala, Neuquén. Cuando llegan a Río Negro el padre logra trabajo en una tienda. Estarán allí tres años, luego se trasladan a Lobos (Provincia de Buenos Aires). La situación económica es desesperante –el padre pone una pequeña tienda y quiebra- y Jacobo es enviado a Mendoza, a la casa de unos familiares lejanos. A fines de 1911 vuelve con su familia a Lobos; ya había iniciado sus estudios secundarios, que continuará en Buenos Aires, adonde viaja diariamente. En 1917 se separa de su familia y se radica en la capital. Se anota en el Profesorado de Lenguas Vivas, de donde egresa como profesor de francés. A la par, como autodidacta, estudia filosofía, leyes, matemáticas, gramática, medicina, astrología…y adquiere profundos conocimientos del griego y del latín, investigando a los maestros de la patrística. También estudia música y se inicia en la ejecución del violín (su primer instrumento tendrá una singular procedencia: una antigua sinagoga de Jerusalén).

Comienza a trabajar como profesor de francés en una escuela de señoritas, en el barrio de Belgrano; después será periodista y músico ambulante. Así recorre al país y llega al Chaco Paraguayo, donde se emplea como capataz en un aserradero. Regresa a Buenos Aires, es el año 1920 y escribe sus primeros poemas. En 1921, tras un confuso en la puerta de la comisaría 4ta. (él habla de un complot tramado por un tal Apolonio, entrerriano), será detenido, maltratado y vejado. Lo conducen al Instituto de Detención de Villa Devoto, donde será golpeado brutalmente. Se defenderá a los gritos: “¡Soy el Cristo Rojo, no me peguen, no me peguen!”. De allí es remitido al antiguo Hospicio de las Mercedes. Ingresa el 17 de enero de 1921. Lo dan de alta el 26 de julio del mismo año. La descontrolada aplicación del electroshock lo marcará para toda su vida.

En 1923 se incorporó al grupo literario Martín Fierro. Allí conoce a Girondo, Marechal, Macedonio Fernández, Borges. Colabora en distintos periódicos y revistas: “Vida Nuestra”, “Mundo Argentino”, “Revista Número”, “Martín Fierro”, “Arx”. También trabajará en el diario “Crítica”, donde se cruzará con Roberto Arlt, los hermanos González Tuñón y Enrique Pichón Riviere.

En 1926 publica su primer libro de poemas, “Molino Rojo” (Editor Inca, 94 páginas con ilustraciones de Pompeyo Audibert y J. Planas Casas).

En 1928 viaja a Europa, invitado por Oliverio Girondo. Allí conoce a Breton, Eluard, Artaud y demás poetas del movimiento surrealista. Al año siguiente regresa a Buenos Aires, poseído por una profunda crisis religiosa. Se convierte a la religión católica y es bautizado.

Ese mismo año escribe “Hecho de Estampa”; ya en 1939 –de regreso de su segundo viaje a Europa, adonde se dirige en un frustrado intento de ordenarse como sacerdote- publica su tercer y último libro “Estrella de la Mañana” (Editorial Número, F.A.Colombo)

En 1942, en un estado de completo desamparo –sin trabajo, sin familia, sin amigos- y en el medio de una segunda y más profunda crisis espiritual, es internado definitivamente en el hospicio (los médicos hablarán de “psicosis”).

A pesar de todo, sobreponiéndose, Jacobo Fijman continuará desarrollando su obra poética, y completa su expresión con el dibujo, de singular lirismo: una línea equilibrada, casi fría, pero a la vez generadora de un mensaje estremecedor, de una profundísima transmisión de dolor. Dibujaba sobre papeles de cualquier tipo, servilletas y cartones. Con la suavidad de un ángel dio a luz a iglesias y ángeles: todos tienen su rostro, de tormenta o de niño, según el sol, los días de la vida o el estado de nuestra alma.

Comenzaba el verano de 1971 cuando murió. En la morgue del hospicio le ataron en un dedo del pie un cartel con un número y su nombre. Cuando se hable de él y se juzgue su razón o su demencia, pido que no se olvide que siempre sostuvo que la realidad es una cuestión “esencialmente musical”.


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