jueves, 1 de abril de 2021

WITOLD GOMBROWICZ POR GERMÁN GARCÍA

 


Witold diría: ¡Bah, bah! soy un escritor nacido en el sur de Polonia en 1904 y que he escrito Notas de Adolescencia en 1935, Ferdydurke en 1937 y después, más allá de las fechas: Yvonne, la Princesa de Borgoña; La Boda; TraNsatlántico; Pornografia y Suspenso. En 1967 obtengo el Prix International de Littérature, con mi novela Kosmos. El 25 de julio de 1969 me verificaron muerto.

La Opereta (título de un libro en que Gombrowicz trabajaba desde hace años) concluyó para él y quedó sin terminar para nosotros.

Hablamos de los textos ¿y Witold? Se ha encargado de completar su fuga hacia las palabras y nos ha dejado un espacio cargado de signos proponiendo lo único que tiene sentido: escribir sobre la escritura de Gombrowicz. Es decir, leerlo en esos signos que fueron su propuesta. Ya que Gombrowicz es textual para nosotros, podemos liberarnos de él haciéndolo existir plenamente ¿y hay otra manera de liberarse de un texto que no sea el re-conocimiento que produce otro texto? Gombrowicz se negaba a dejar la ficción hablando por sí misma, era un enamorado de los prefacios.

Se imprimirán palabras —incluso estas-— sobre la muerte de Gombrowicz telegramas, esta cotidianidad latente y espesa continuará carta de editores? ¿derechos de autores? ¿exigencias de la viuda? ¿algo... del gobierno polaco ? La inmadurez la forma, el cuculato. ¿Cómo va a defenderse si lo dieron por muerto?

Nosotros volvamos a los textos, tratemos de pensar la existencia de Ferdydurke en 1937, su historia posterior. En 1947 Editorial Argos publica la primera edición castellana y a Gombrowicz le gusta poner el nombre de los 21 traductores del polaco. “Debo también eterno agradecimiento a un simpatiquísimo señor, ya de edad y muy aficionado al billar, que en un momento de feliz inspiración me procuró la palabra remover de la cual me había olvidado por completo".

En 1963, después de más de veinte años, Gombrowicz se fue de la Argentina y las mesas de saldo siguieron vendiendo Ferdydurke a 150 pesos. ¿Por qué hablar tanto de Ferdydurke? Gombrowicz respondió en una entrevista diciendo que había escrito este solo libro y que lo repetía porque le pagaban nuevamente y porque nunca terminaríamos de entenderlo. Pero también nos avisa contra la mitología de su vida de incomprendido: "En mi situación no podía sino elegir entre el lamento y la diversión. Escogí la diversión, pero confieso que quizás me divertía en exceso y demasiado bien". Y nos reenvía: "No. ¿París, después de treinta y cinco años? No. No quiero reconocerlo... Estoy encerrado y consumido".

La muerte de Gombrowicz abre sus textos, la palabra que se hablaba en y por él se ha fijado en la escritura exigiendo como respuesta una lectura. ¿La nuestra? Gombrowicz, en el prólogo a la primera edición castellana de Ferdydurke, recomienda un código de tres gestos para evitar palabras: "Callaos, pues, os ruego. Callaos en espera de un futuro mejor. Por el momento - si queréis expresar que os gustó, tocad sencillamente, al verme, vuestra oreja derecha. Si os agarráis la oreja izquierda sabré que no os agradó, y la nariz significará que vuestro juicio está en el medio. Con un leve y discreto movimiento de la mano agradeceré esta atención para con mi obra y así evitando situaciones incómodas y aun ridículas, nos comprenderemos en silencio. Muchos saludos a todos". Y en Pornografías: "Escribo para que nos entendamos. No quiero encontrarme solo del todo solo adelante. Cuando uno está solo, no puede tener la certidumbre, por ejemplo, de no haberse vuelto loco. Siendo dos --ya es distinto — Dos se dan seguridad y garantías objetivas. ¡Siendo dos no se vuelve uno loco!. No tengo ese miedo. Porque sé que no podría volverme loco. Aunque quisiera. Es cosa concluida para mí soy un anti-loco. Quiero asegurarme contra otra cosa, tal vez más seria, a saber, una cierta anomalía por así decir, una cierta multiplicación de las posibilidades que se produce cuando uno se aleja y se desvía del camino único, el lícito... ¿Comprende? No tengo tiempo para precisiones. Si tuviera que dispararme de la tierra a otro planeta, o aunque solo fuera a la luna, preferiría que otro me acompañara si no por otra cosa, para que mi humanidad pudiera mirarme en algo."

Ahora nos toca a nosotros mirarnos en Gombrowicz.



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