Una vez -fue en el mes de julio del año 1967- llegué a Venezuela invitado por la Universidad de Los Andes. Bajé de un avión en Mérida. Llevaba en la mano un teatro de títeres -mi paraguas ambulante para el sol, la lluvia o los rayos X- y en la otra mano una maleta, y adentro de la maleta: Maese Trotamundos, María, Juancito, los Fantasmas, el Capitán, el Caballero de la Mano de Fuego, Trenzas de Oro, el Brujo, don Carlos, don Antonio, el Policía y el Diablo. Casi asfixiados salieron del encierro para hacer una gran función de títeres.
Con el paraguas ambulante y la maleta durante varios meses estuvimos recorriendo las escuelas primarias del Estado de Mérida. Y después de representar La Calle de los Fantasmas y Chimpete—Champata, conversaba con los niños y les pedía que escribieran el cuento que más les había gustado entre los cuentos que les contaron o habían leído en un libro, o un cuento inventado por ellos.
Recogí alrededor de veintidós mil cuentos. Fueron seleccionados noventa y cuatro y se publican respetando cuidadosamente los originales, sin quitar ni poner una coma.
Este libro escrito por niños venezolanos de la región de Los Andes, es un maravilloso libro de cuentos. Nos hace asombrar, cantar, pensar, bailar, enloquecer, reír.
Yo sé que si Adán hubiese leído este libro, le hubiera dicho a Eva:
- Eva lea este libro de cuentos, es tan sabroso como la primera manzana que comimos juntos, como las Mil y Una Noches. Está escrito por niños que viven en Mérida, en Tovar, en El Vigía, en Apartaderos, en Chiguará, en Mucuehíes. Hágame acordar, mañana, que le envíen un ejemplar a Hans Christian Andersen, a Luis Jacobo y Guillermo Carlos Grimm, a Charles Perrault, a Julio Verne, a Lewis Carroll, a Horacio Quiroga, a Daniel Defoe, a Oscar Wilde, al Infante Juan Manual, a Carlos Collodi, a Jonathan Swift, a Jesualdo y a los titiriteros Hector y Eduardo Di Mauro, Sergio Obrazov, Ariel Búfano, Sergio de Ceceo, Margarita Niculescu, Jan Malik, Oto Freites, Victorio Podrecca, López Ocón, Roberto Lago, Armando Menedín y Pepe Ruiz que hace títeres de pueblo en pueblo en el circo más pequeño del mundo.
Y estoy seguro que Eva le hubiera respondido :
- Adán, no se olvide de enviarle un ejemplar a Carlitos Chaplin.