viernes, 25 de febrero de 2022

JEAN GENET SOBRE LOS PANTERAS NEGRAS

 


Para el hombre blanco, la Historia, pasada y futura, es muy larga, v su colección de referencias es demasiado solemne. Para el hombre negro, el Tiempo es corto, pués su historia ha sido brutalmente interrumpida y modificada de tal manera que los blancos hicieron todo para impedir a los negros el logro de su desarrollo. Y en los Estados Unidos estamos todavía estableciendo laboriosamente límites para el Tiempo v el Espacio del pueblo negro. No sólo —cada cual y todos ellos— los negros son arrinconados en sí mismos, sino que también los encarcelamos. Y cuando es menester, los asesinamos. Debido a la excepcional estatura política del presidente pantera Bobby Seale, el recién iniciado proceso en su contra es, de hecho, un juicio político al Partido Pantera Negra y, sobre una base más general, un proceso racial sostenido en contra de todos los negros estadounidenses. La realidad de la colonia negra dentro de Estados Unidos es muy compleja. Diseminados como están dentro de una nación llena de orgullo —que gusta pensar en sí como dueña del mundo- los negros diseminados entre una población blanca, oprimidos por el racismo y la indiferencia de los blancos, amenazados por una policía y una administración opresivas, han sido forzados a poner en práctica un nuevo tipo de lucha en esta muy singular situación. Es así como se creó el Partido Pantera Negra, primero que todo para defender los derechos de los negros colonizados dentro de Estados Unidos, y entonces también para iniciar un original proceso de pensamiento político.

Ante el vigor de su acción y el rigor de sus reflexiones políticas, los blancos —y especialmente la emoción de la casta dominante en EE. UU., la policía— tuvieron casi inmediatamente una reacción racial: dado que los negros probaban ser capaces de organizarse, la cosa mejor sería desacreditar su organización.

La policía pudo entonces ocultar el verdadero significado de sus intenciones detrás de pretextos no calificados: juicios basados en cargos sobre drogas, asesinato y conspiración. La verdad del asunto es que trataban de masacrar a los responsables del Partido Pantera Negra.

¿Qué pasa con nosotros, qué estamos haciendo? Cuando las bombas pegan en Hanoi, tenemos algunas reacciones epidérmicas, lo mismo hicimos durante la guerra de Corea. Estas masacres tenían lugar en sitios lejanos. Aquí y ahora, comenzamos a descubrir que nuestros propios colonizados, que todavía lucían como sombras entre nosotros, están por convertirse en nuestros adversarios, en este mismo país.

La mayoría del pueblo negro vive en la miseria. La policía no ha parado las drogas en las colonias negras; sabemos que hay connivencia entre la policía y la Mafia en la distribución de esas drogas. En verdad, ha sido el mismo Partido Pantera Negra el que comenzó a frenar la cosa.

Pero cerramos nuestros ojos, bocas, oídos, para que la miseria de los negros no nos perturbe demasiado. Si mirásemos de frente la realidad estadounidense, comprenderíamos velozmente que los negros son más y más capaces de cuidar sus propios asuntos. Por lo tanto, la salida más prudente es dejarlos en un estado de miseria física y mental, en un estado de absoluta soledad.

No le tengamos miedo a las palabras; esa miseria permite nuestro confort. Quejarse sobre bombardeos distantes fue un lujo. Nuestra cobardía nos impedirá abrir nuestros ojos aquí. A fin de completarlo, hemos armado una impostura de alto nivel: hemos permitido notoriedad a unos negros cuidadosamente seleccionados y hemos multiplicado sus imágenes, pero sólo para que se conviertan en lo que deseamos que sean: actores.

Bobbv Seale y sus camaradas han sobrepasado los límites que establecimos, hablan y actúan como gente política responsable, y eso no podemos soportarlo. Más bien tenemos miseria para los negros con el racismo que ello implica, antes que reconocer el valor político del Partido Pantera Negra. Realmente uno tiene que entender que al juzgar a Bobby Seale, el Fiscal General Mitchell nos está juzgando a todos. Nuestras libertades están siendo amenazadas más y más. Tal vez nosotros no vayamos a hacer nada, pero nuestros hijas e hijos van más rápido que nosotros, han convertido en héroe a Bobby Seale en su prisión.

Nada haremos, y nuestros hijos ya nos desprecian por no hacerlo.

La Universidad de Stonvbrook tendría que ser citada como ejemplo; cuando Bobby Seale fue encerrado en Connecticut, la respuesta de esa Universidad fue ofrecerle un puesto de profesor. El mismo día del trasporte, la Universidad creó también un comité de apoyo y defensa de Bobby Seale y del Partido Pantera Negra.

Hemos entrado a un período comparable al Macartismo de los años cincuenta. El mismo tipo de terrorismo esáa siendo utilizado contra los intelectuales que simpatizan con los Panteras Negras. ¿La situación policíaca debe ser aceptada o combatida? ¿Debe uno continuar temiendo al Partido Pantera Negra como a una mitología, terrible e infantil, una imagen que nos paraliza?

¿Debe uno aceptar que el pueblo negro, colonizado dentro de un imperio blanco, intente liberarse a sí mismo? Dado el hecho preciso que el Partido Pantera Negra y nosotros mismos, la gente blanca, tenemos el mismo enemigo, personificado por la policía, y detrás de la policía la Administración de la Casa Blanca, y detrás de ésta las Altas Finanzas, sabemos que nuestra lucha es una lucha de clases. No debemos dejarnos distraer por los mitos sexuales a los cuales se atribuye el origen del racismo.

Los orígenes del racismo son socio-económicos. Tenemos que convertir esto en una noción muy precisa, pues es el punto de partida de nuestra solidaridad con los negros y con el Partido Pantera Negra.

En lo que se refiere al proceso del pensamiento político de los Panteras, estoy convencido que él origina la visión poética de los negros estadounidenses.

Más y más nos damos cuenta que el pensamiento revolucionario se origina en esta emoción poética. Por ello uno debe comprender que es comenzando con singulares emociones poéticas que Mao Tsé-tung fue inducido a la conciencia revolucionaria, después a la Larga Marcha, más tarde a la revolución llamada de “las cien flores”’ y, finalmente, a la revolución cultural. Y lo mismo sucedió con Ho Chi Minh.

Y así fue con el Partido Pantera Negra que, a partir de los recursos poéticos de su oprimido pueblo, diseña los medios. Los blancos, y particularmente los jóvenes, deben entender que la relación con sus propias organizaciones revolucionarias deben ser relaciones nuevas, que uno debe organizar ahora mismo alianzas revolucionarias, tácticas, para tener un riguroso pensamiento político.

Creo también que ha llegado el momento de utilizar un nuevo vocabulario y una nueva sintaxis capaz de que todos tomen mejor conciencia de la doble batalla —poética y revolucionaria— de los Panteras Negras.

En lo que me concierne, por ejemplo, rehuso utilizar la palabra Hermano, que se halla demasiado cargada con sentimentalismo evangélico, y cada vez que hable sobre los negros, quiero hablar sobre camaradas de combate en lucha contra el mismo adversario.

Cuando los Panteras Negras me contactaron en Francia, vine de inmediato a Estados Unidos para ponerme a su disposición. La juventud, el intelecto y la agilidad física, los imperativos morales de ustedes, son capaces de hacerles actuar más rápido que yo, y con mayor eficacia. Es por ello que cuento con ustedes para ayudar al Partido Pantera Negra a evitar la condena de Bobby Seale.

Uno debe pensar que esta corriente de cultura, que ha sido salvajemente interrumpida por los blancos conductores de la esclavitud, está retomando, no sólo a nivel de la música negra, sino a nivel de la conciencia revolucionaria. Por lo tanto, es una paradoja muy simple, muy obvia, lo que hoy hace a los negros aquí, en Estados Unidos, portadores del pensamiento y la acción revolucionaria.




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