Un final tan inesperado como dramático tuvo el encuentro realizado anoche en el ring del Luna Park y en el cual Juan Yepes (71,500 kg) hacía su reaparición después de un prolongado alejamiento. Un público entusiasta dio la pauta de la expectativa que había provocado el combate en el que, según se descontaba, el púgil cordobés volvería a exhibir su extraordinaria calidad de estilista, a la vez que la seca y eficaz pegada que tantas victorias le valiera en temporadas anteriores.
Sorprendió que Yepes, contrariamente a su modalidad habitual, empezara el encuentro replegado y expectante, como si creyera imprescindible un cauteloso estudio antes de optar por la modalidad combativa que le permitiera perfilar el camino de una rápida definición. El primer round terminó sin que hubiera descargado ningún golpe efectivo, aunque merece citarse un cross de izquierda en el que campeaba esa admirable economía de medios propia de los campeones y que con frecuencia explica triunfos que de otra manera resultarían incomprensibles. Apenas iniciada la segunda vuelta, Yepes pareció sacudir la modorra que lo había dominado hasta ese momento, y luego de un ligero cambio de golpes que más pareció un saludo que una acción resuelta y antagónica, fue al ataque con rápidas series de uno-dos y de ganchos al cuerpo, magníficamente medidos y que el público aplaudió como un brillante prólogo al inevitable proceso que debería consolidarse y ¡resolverse en las vueltas siguientes. El round transcurrió dentro de ese plan, sin que en ningún momento Yepes pareciera apurado por definir las acciones, y la primera mitad de la tercera vuelta mostró el mismo planteo, es decir, un avance casi continuo, ritmado por el juego de piernas y de cintura característicos del púgil cordobés, y seguidillas de ambas manos interrumpidas por oportunos esquives y veloces side-steps. Hasta ese momento se asistía a una magnífica academia de boxeo, y así lo entendió buena parte del público, que guardaba un silencio admirativo roto aquí y allá por alguna exclamación de aliento.
Salió Yepes a combatir todavía más velozmente en el cuarto round, y acababa de colocar dos derechas a la mandíbula y una izquierda de exactísima trayectoria, cuando sus piernas se aflojaron repentinamente bajo los efectos de un seco directo al hígado. Visiblemente sentido, el cordobés se replegó precipitadamente, alzando la guardia, y buscó el clinch. No había terminado el árbitro Sr. Araujo, de dar la orden de break, cuando una izquierda en uppercut alcanzó de lleno la mandíbula de Yepes y fue seguida de dos ganchos a lo cabeza y un fortísimo cross al cuerpo. Evidentemente desconcertado, Yepes pareció vacilar y amagó sin eficacia algunos golpes largos, pero a los dos minutos veinte segundos fue tomado por otro uppercut, esta vez de derecha, que lo envió a la lona por cinco segundos. El público estupefacto lo vio hacer esfuerzos denodados por levantarse, vacilar, todavía de rodillas, y finalmente enderezarse con los brazos caídos y la mirada vidriosa. El árbitro iba a interponerse a fin de evitar un castigo peligroso en esas circunstancias, pero Yepes armó su guardia y mostró una recuperación que provocó un entusiasmo incontenible en el estadio. Sonó el gong en momentos en que el valiente púgil procuraba entrar en clinch, siendo visible su inferioridad de condiciones pues i equivocó el rincón que le correspondía y debió ser guiado por el Sr. Araujo.
Ganó unos pocos segundos mediante el recurso ilícito de enviar a combatir a Yepes con él torso mojado, y luego que el árbitro hubo devuelto la toalla junto con una expresiva amonestación, el campeón cordobés se desplazó buscando el centro del ring, donde siempre se lo ha visto combatir en la plenitud de sus medios por cuanto prefiere la lucha o distancia. Quizá por eso resultó aún más inesperado el gancho de dilatada trayectoria que, surgiendo luego de una acción confusa y enredada, lo alcanzó en la región del corazón. Trató Yepes de proteger la mandíbula de un jab de derecha, pero al vacilar bajo los efectos de! primer golpe, fue alcanzado por dos ganchos impecables que lo sacudieron, y un directo en cross que lo tocó en la base de la mandíbula. Como fulminado, Yepes cayó hacia adelante golpeando con la cara en le lona. Al terminar la cuenta sus segundos lo trasladaron totalmente inconsciente a su rincón, donde tardó largos minutos en recobrar los sentidos, y aún así debió ser levantado en vilo para hacerlo bajar del ring. En la reunión se recaudó la suma de 465.785 pesos en concepto de entradas.