Cierta vez Gianni Siccardi, queridísimo amigo y compañero, me dijo que había dado con la forma de hacer buena poesía. El, para ese entonces vivía en una casita de altos por Villa Ballester (un departamentito sofocante con ventanas hacia una calle de tierra y fondos hacia un galpón barullero ). Los de Sunda (todavía no funcionábamos como tal) íbamos a su casa todos los sábados desde tempranito en la tarde y hasta la noche del domingo para intercambiar ideas, hacer planes editoriales, leernos cosas, comentar novedades políticas y de las otras, tratar de acertar algún caballo por la Palermo Rosa que nos permitiera sacar un poco la cabeza fuera de la mishia que nos ahogaba. Años 62/63. Un día llego y el Gordo me dice: “ Ponito, tengo la manija. He dado con la forma de hacer buena poesía”. Qué querés que te diga? Yo lo miré extrañado pero sopesando quien era Gianni hube de creerle. “ La forma de hacer buena poesía. La forma de hacer buena poesía”, repitió. Me puse contento. Pensé que mi amigo había dado con alguna fórmula matemática o ciertas claves combinatorias o cierto ajedrecismo verbal que iba a rendirle (y por lo tanto rendirnos —así pasaba también con los “ chuchos” ) dividendos suculentos. Ibamos a ser como unos nuevos ricos de la poesía. Ibamos a poder editar lo que se nos cantara. Nuestros nombres, con el nombre de Gianni El Inventor a la cabeza, iban a recorrer la patria , el continente, el mundo. “ Te voy a leer este poemita para demostrarte que he dado con la manera de hacer buena poesía", me dijo. Se caló los anteojos y me dio tiempo para mirarle la incipiente calvicie escamosa, los labios redondos, los ojos de pez fatigado. Recuerdo que leyó “ La buena poesía” , poema que después se integraría a su libro “Conversaciones”, 1962, Nueva Expresión. No me pareció un gran poema (pero frecuentemente me suele pasar esto — asi que desconfié de mí antes que de su hallazgo), pero, bueno, era algo, alguna cosa que tenía en germen alguna otra que pronto saltan a la vista. Moví buenamente la cabeza. ¿Qué otra cosa podía hacer? Hay plenos momentos en que uno se siente en la Tierra de Nadie. Y este era uno de aquellos momentos. “ Qué bueno, qué bueno. Tenés la manija, tenés la forma de hacer buena poesía. Genial, Gordo, genial”. “ Sí. Y ahora que tengo la manija, ahora que encontré la manera de hacer buena poesía, Ponito, no escribiré más”, selló. Los pocos poemas que pudimos arrancarle en los años siguientes los editamos en libro en Sunda, “ Travesía. Creo que GS fue honesto en aquel momento. Había llegado a los mecanismos de creación que, siendo luego meramente reiterados, señalaban el fin de su aventura. Y no se quiso convertir en un fabricante de salchichas. Prefirió el rol de autoinmolado lírico (en Banchs pasa algo parecido) al de repetidor insaciable.