miércoles, 25 de enero de 2023

FIODOR DOSTOIEVSKI por FRIEDRICH NIETZSCHE

 


Con Dostoievsky me pasó como antes con Stendhal: el contacto más casual, un libro que se hojea en una librería, desconocido hasta el nombre –y el instinto que de pronto dice que allí se ha encontrado un pariente. Hasta ahora sigo sabiendo poco acerca de su situación, su fama, su historia: murió en 1881. En su juventud no lo tuvo fácil: enfermedad, pobreza, con un origen distinguido; a los 27 años, condenado a muerte, indultado en el patíbulo, después cuatro años en Siberia, encadenado, en medio de graves delincuentes. Esa época fue decisiva: descubrió la fuerza de su intuición psicológica, más aún, allí su corazón se endulzó y se profundizó — su libro de recuerdos de esa época, La maison des morts, es uno de los libro smás humanos que existen. Lo primero que conocí, que acaba de aparecer en traducción francesa, se llama L’esprit souterrain, y contiene dos relatos: el primero, una especie de música desconocida, el segundo, una verdadera genialidad de la psicología — una burla cruel y terrible del conócete a ti mismo, pero lanzada con la ligera osadía y deleite de una fuerza superior, lo que me ha dejado completamente embriagado de placer. Entretanto, por recomendación de Overbeck, al que consulté en mi última carta, he leído Humiliés et offensés (lo único que conocía Overbeck), con el mayor de los respetos por el artista Dostoievski. Me doy cuenta también cómo la generación más joven de novelistas parisinos está completamente tiranizada por la influencia y los celos de Dostoievski (p. ej. Paul Bourget).


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