sábado, 22 de abril de 2023

POEMAS DE CLAUDIA SANCHEZ ROD

 


 

La ginebra

 

—¿Qué haces ahí? —preguntó al bebedor que estaba sentado en silencio ante un sinnúmero de

botellas vacías y otras tantas botellas llenas.

—¡Bebo! —respondió el bebedor con tono lúgubre.

—¿Por qué bebes? —volvió a preguntar el principito.

—Para olvidar.

—¿Para olvidar qué? —inquirió el principito ya compadecido.

—Para olvidar que siento vergüenza —confesó el bebedor bajando la cabeza.

—¿Vergüenza de qué? —se informó el principito deseoso de ayudarle.

—¡Vergüenza de beber! —concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio.

 

Antoine de Saint-Exupéry

 

 

La mañana está helada,

el ángel se levanta de la banca

y prende un cigarrillo.

Últimamente

no ha dormido muy bien,

le urge más un empleo

que enfrentar el abismo que lo ahoga

cuando comienza el día.

 

Anoche se golpeó contra la banca,

su pómulo está hinchado,

otra vez el alcohol,

simplemente no puede contra el hábito

de remojar el alma

en la clara ginebra de los días.

 

Le preocupa la sarna de las alas.

¿Qué remedio?

Tanto dormir expuesto

al polvo del otoño.

 

Hoy irá a preguntar si todavía

requieren jornaleros,

acaso sea posible

que su destino cambie.

 

Mientras tanto

bebe de la ginebra

los últimos latidos,

se siente como un náufrago

sediento

varado en la ciudad,

ya no recuerda

cuándo le germinó la mala hierba

en la planta del pie

en los alveolos

en el negro plumaje de las alas.

 

 

 

El regreso

 

A esta ciudad se vuelve

con cenizas de ángel en la planta del pie

y una magnolia oculta en el abrigo

para sacar después de la tormenta.

 

 

 

Sigue corriendo

Sube por la avenida,

a paso rápido. Corre.

La lluvia está empezando,

las gotas se le estrellan en la cara.

De no sabe qué punto

llega olor a tabaco.

Sigue corriendo.

Algo en su estómago se está volviendo vértigo.

No tiene mar esta ciudad,

ni río,

sólo tiene barrancas florecidas de terciopelo negro.

El cine está vacío.

Llega hasta la glorieta y la rodea,

el sudor y la lluvia le trasminan el habla.

Corre más rápido.

Lo cierto es que no sabe de qué huye.

De repente tropieza

con una cosa muelle,

un harapo tirado en la banqueta:

son los jirones de un ángel enlodado,

parece un artefacto descompuesto,

una cuenca ocular está vacía,

tiene los dedos rotos,

en sus alas hay huellas de tortura:

plumas carbonizadas con un encendedor.

¿Y esto qué es?

 

Lo toma del cabello, lo levanta despacio

y lo avienta en un bote de basura.

Una arcada le roe las entrañas,

pero sigue corriendo.

Claudia Sánchez Rod, Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado los libros Me dejaste puro animal inexistente (Cuernavaca) y La marta negra (España). Ha participado en diversas antologías de poesía y cuento. Ha sido colaboradora en publicaciones como El Periódico de Poesía y la revista argentina de literatura Lamás Médula. Se ha desempeñado como traductora y docente. Ganadora del premio de cuento Fundación Elena Poniatowska Amor-Ventosa Arrufat 2021.


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