A mi padre
Un puñado de mi padre me
basta.
Las sombras separadas de
eso
que quiso ser y no fue,
me bastan.
Una mano que faltó
camino de la escuela,
pero que yo siempre
recordaré tibia,
(volumen invisible que
completa el amor).
El corrosivo dolor de su
ausencia
que entre la niebla
alimentó mi búsqueda.
Me bastan.
Tanto, como la primera
visión de su altura,
el amor maternal y su
renuncia,
lo que no cabe reclamar
y duele.
Me bastan.
Dos bibliotecas casi
idénticas,
tan hermosas en sus
coincidencias
que ninguna ficción
puede soñarlas.
Nuestro llanto de altas
horas
y la herencia hecha
tonada.
Por esa palabra de
cuatro letras
que fulminó mi orfandad.
Me bastan.
Para hacer del dolor una
rueda
y comenzar de nuevo sin
esperar nada.
Para vivir todas mis
edades
en un solo impulso
inocente,
y responderle a mi
insomnio
algunas de sus preguntas
incisivas.
Este poema cierra una
espera esencial,
con él abrazo el vacío,
lo asumo.
Entonces, la verdad y su
amor,
me bastan.
***
Me he
empecinado en sacar adelante
una parte
de mí, que es casi un todo,
extremo,
parte y sombra. Fórmula tal vez.
Y ya que
soy una exagerada confesa
debo decir
que he palpado
insistentemente,
toda
superficie posible, buscando
esa parte
de mí que es casi un todo,
y tengo la
noción visceral de que
—ni aún en
los momentos de mayor confusión—
me he
rendido.
Admito que
además de la manzana,
he mordido
almohadas, llorando
durante
agotadoras noches de insomnio
o
de ánimo lujurioso sin saciar,
jurando y
prometiéndome claudicar
o al menos
no palpar otra cosa
que no
fuera otro cuerpo desnudo.
Pero además
de exagerada, obstinada.
Quizás por
eso, cuando arriba la claridad
estoy otra
vez con las manos preparadas.
Empecinada
en una tarea tan personal
como es
entender mi propio mundo,
lo ilusorio
que como pétalos nos envuelve,
encuentro
nidales, música, reflejos,
ventanas
abiertas en esquinas impares,
defensas
contra la incoherencia,
un amor
maduro, difícil y bello,
preguntas
nuevas, otras geografías,
y no hay
cosa que me guste más
que seguir insistiendo.
***
EL ARQUERO
Tú,
que eres el gran arquero,
el Todopoderoso
que me tensas
hasta extenuarme,
dosifica tu severidad
o lánzame.
Si soy tu flecha,
suelta la cuerda,
así podré atravesar este mar
y verlo,
aunque dormido,
ver lo que he perdido.
Que necesito,
para alcanzar la paz,
llegar y recoger mis restos.
de En
Contra dos (Gorbs Edicions, 2013)
***
yo creía
que lo había visto
casi todo
hasta que desprevenida
me caí en tus ojos
de En Contra dos (Gorbs Edicions, 2013)
Sandra
Rehder es poeta y cantante de San Rafael (Mendoza, Argentina). Actualmente vive
en Barcelona. De los poemas aquí publicados, "Obstinación" y
"A mi padre", son inéditos y posiblemente sean parte de su próximo
libro de poemas, en el que estoy trabajando. Los otros dos "El
Arquero" y otro sin título (breves) son del libro En Contra Dos (Gorbs
Edicions, 2013), que comparte con Alejandro Crimi.