miércoles, 2 de octubre de 2024

PALABRAS A LA JUVENTUD por JEAN COCTEAU

 


Como hacerle entender a esta muchedumbre de jóvenes que la audacia no debe llevar obligatoriamente consigo los atributos de la audacia, que ésta no es sino un espíritu de rebelión que hace necesario que actualmente nos contradigamos y que perturbemos a la juventud.

El lujo es una virtud noble que no hay que confundir con el “confort”.

La inexactitud de las palabras es un pecado contra el espíritu. Es el pecado que difunde la gran prensa moderna que ha hecho un culto de la eficacia de la mentira. Y así, los tontos creen que la inteligencia exige la malignidad y que la bondad es sinónimo de bobería, cuando por el contrario la bondad sorprendente de la inteligencia se sobrepone siempre a la inteligencia convencional de la maldad

Un mundo va a morir. Otro está naciendo. Está en las manos de ustedes el poder para hacerlo de tinieblas o de luz. No se puede perder ni un minuto.

Nosotros, minoría de la vieja Europa, estamos siempre del mal lado de la barricada; sin embargo, este mal lado es el que a la larga vence siempre. Este es un tiempo que molesta a los jóvenes que quieren vivir el minuto presente en el éxtasis del éxito y de la fama.

No olviden que el ritmo del mundo es el ritmo de la respiración. Los pulmones se dilatan y se contraer acompasadamente. Somos víctimas de un período en que los pulmones se vacían. El mundo expira. Ya no piensa, sino que se desgasta. Su respiración destruye las cosechas. Esperemos que se llenen nuevamente los pulmones.

Habría que recordar siempre este proverbio hebreo: “El equilibrio engendra la inercia. Es de los desequilibrios que nacen las transformaciones.”

Una obra de arte no puede ser otra cosa que una catástrofe sobre la línea en que circula libremente la feliz mediocridad. El genio no puede ser sino un vicio sublime del alma, una depravación análoga a lo de los sentidos.

He visto a numerosos jóvenes abrazar tan estrechamente una idea nueva y correr tan de prisa con ella que no alcanzaron a sentirla crecer entre sus brazos. Este culto es una verdadera trampa. El joven camina a la orilla del camino. Los coches pasan raudos a su lado, salpicándolo de barro y encandilándolo con sus luces insolentes. Lo carcomen la fiebre, el cansancio y la verguenza. ¿Qué poder hacer? Entonces cree hallar la solución al entregarse a la pantomima del '‘auto-stop". Sube a un auto extraño y piensa feliz: “He estado a punto de esperar”. Y agrega, aliviado: “Estoy salvado”. Y, en realidad, está perdido.

Toda bella obra está escrita a mano y es el resultado de una larga espera. Todo bello recorrido de una vida se hace a pie y con el ritmo que Goethe imprimió a su marcha de Weimar a Roma. Pero el apuro trastorna las cabezas.

Escribir o pintar con el éxito como mira (y no como higiene moral) y con el solo propósito de gustar es tan ridículo como pensar que las flores existen sólo para ponerlas en los floreros.

El héroe arriesga todo, abandonando la línea recta. Se entrega en cuerpo y alma a una aventura en que se juega su triunfo o su fracaso. Solamente en el acto heroico la suerte gira favorablemente en el momento preciso. En cambio, en el heroísmo del pensamiento, la suerte sólo puede ser póstuma y por un imperio de ley fúnebre, que exige, como en el caso de Van Gogh, que la gloria se cobre con la tragedia y con la muerte.

Comparen cuánto más fácil resultaba surgir de la oscuridad y del silencio que de la luz y del tumulto.

El que corre a la velocidad de la belleza no hará sino pleonasmo y "tarjetapostalismo”. Aquel que corre más lentamente que la belleza no hará más que obra mediocre. Aquel que corre más de prisa que la belleza, su obra aparecerá fea al principio, pero obligará a la belleza a perseguirlo y una vez que ella lo haya alcanzado, su obra será bella definitivamente

Todo lo que se prueba es vulgar, actuar sin pruebas exige un acto de fe.

Las órdenes son indispensables para provocar la desobediencia, principal resorte de los actos que echan por el suelo a los hábitos, despiertan a los adormecidos en sobresalto y cambian las reglas del juego. Sin desobediencia no hay heroísmo, no hay audacia, no hay poetas. El espíritu creativo es la forma más alta del espíritu de contradicción y pienso que en el presente la esencia del drama de los jóvenes surge de que la juventud se encuentra por un exceso de libertad en la imposibilidad de desobedecer

Los descubrimientos de la ciencia se anulan unos a otros, pero una obra maestra no anula otra obra maestra. El privilegio del arte radica en que es Invulnerable, pues no sufre las masacres sucesivas del progreso.


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