miércoles, 27 de noviembre de 2024

"PARA NOSOTROS LA LIBERTAD " por Leopoldo Marechal

 


Pecado y castigo

Si hay alguien que necesita de una libertad absoluta para la práctica de su oficio o de su arte, ése es el creador literario. Y por una razón muy sencilla: el abuso de la libertad, en el caso del creador literario, siempre recae sobre sí mismo y sobre su obra. No pasa lo mismo en el ejercicio de la libertad absoluta y sus abusos en otras actividades humanas, que pueden recaer en perjuicio de terceros. De modo que si el creador literario abusa de su libertad, en su propio pecado recibe el castigo. Por lo tanto, el creador literario tiene el derecho de reclamar la libertad absoluta de creación; pero también tiene el deber de reclamarla; y aquí es donde está la dificultad del escritor en los tiempos contemporáneos.

La manzana de Eva

Es evidente que el escritor sufre las tentaciones. Ya que no vive de su arte, trata de hacerlo de actividades afines con el ejercicio de la palabra, ya que utiliza el mismo recurso expresivo, el idioma. Se dio primero en el periodismo escrito, luego en la radio y en la TV; por último, en esa especie de novela o décima musa que se llama, hoy día, publicidad o promoción publicitaria, por un marketing que se hace cada día más metafísico y más abstruso.

Tres variables

Ya que el caso del periodismo escrito es el que se da con más frecuencia, ¿qué puede hacer un escritor? El periodismo, a mi juicio, tiene tres grados. El primero es el de la simple información. En este caso el creador literario no se comprometería mucho al practicar este oficio; sobre todo teniendo en cuenta que hay una gran diferencia entre el idioma de la creación literaria y el idioma corriente que usa el periodismo.

Pero el compromiso aparece cuando el escritor-periodista, más que informar, tiene que opinar sobre los hechos de los cuales es testigo y tiene que rendir cuentas. En esta necesidad de opinar sobre los acontecimientos es donde generalmente se produce la restricción de la libertad. Es evidente que la mayoría de los medios de difusión responden a factores de poder.  Y éstos imponen condiciones. Es muy difícil que un escritor-periodista pueda librarse de ellas; y aquí es donde se corre el riesgo de mentirse a sí mismo en las convicciones si se tienen que hacer afirmaciones en las que no crea, negaciones que rechaza de plano u omisiones, ya que omitir o negar es lo mismo que pronunciarse.

En el Encuentro de Escritores recientemente celebrado en Chile, llegamos a la conclusión de que el escritor siempre es un ser comprometido, ya sea afirmando,  negando comprometerse por omisión se denuncia a sí mismo, asume el compromiso por la tangente.

Fronteras de la creación

La tercera forma del periodismo, que es la más moderna, es aquella en que el periodista ya está en la frontera de la información y la creación literaria. Es un periodismo de notas brillantes y empezó a lanzarse por las revistas literarias más importantes de Europa, luego norteamericanas y después argentinas. Allí los periodistas hacen casi de su arte o de su oficio una especie de obra de imaginación en prosa; realmente ven los acontecimientos de tal forma que merodean las fronteras de la creación.

Y esto también es peligroso en este aspecto: el escritor está en una zona donde no es periodista ni creador literario.

Artífices o fabricantes

Por eso yo creo que lo mejor es que el creador literario se mantenga aislado de todo esto, defienda la libertad de su arte. En la necesidad de ganarse la vida, como hemos tenido todos, que haga una cosa que no tenga nada que ver con su profesión. Pero, claro, las tentaciones son grandes. Yo he visto malograrse muchos talentos. Empezaron por practicar un arte literario y terminaron en la industria literaria. Por ejemplo,  muchos escritores de la TV no se dan cuenta que son industriales de la pluma. No son artífices, son fabricantes. Están designados para fabricar artículos de consumo, para tales o cuales fines, los que –por supuesto- no conviene a sus naturalezas íntimas ni a lo que ellos querían ser cuando sintieron despertar la vocación. Tanto el periodismo como la publicidad influyen negativamente en un creador literario.

Literatura e ideología

Creo que la vocación del escritor requiere los mayores sacrificios. Siempre es necesario sacrificarse en pos de la vocación. La historia del arte está llena de estos ejemplos. Además, el escritor, si es ideólogo a la vez –es muy difícil no serlo en los tiempos actuales-, puede influir con su obra en el establecimiento o reforma de determinadas pautas de la sociedad contemporánea. Lo que tiene que hacer un  escritor – y más si es un ideólogo- es decir su verdad con toda libertad. Por supuesto, esto exige muchos sacrificios. Yo puedo decirlo; tengo el derecho de hacerlo; he tenido que sacrificar muchas cosas por mantener mis creencias y mis opiniones. No hay otro camino.


Presentación

Una forma distinta, propia, de mirar la realidad y contarla. Sumate a este proyecto de periodismo gráfico y audiovisual, para defender c...