martes, 15 de septiembre de 2020

LIQUIDACIÓN DE BESOS Y ABRAZOS. Un cuento de Sol Moracho

 


Hace un par de semanas que vine por primera vez, se acercaba fin de año y debía acudir a mi gestor para realizar la liquidación económica anual. En el descansillo, justamente en la puerta de al lado, colgaba un letrero:


- GESTOR CONTABLE - Se realizan liquidaciones de besos y abrazos


Jamás pensé que pudiera existir tal cosa. Entré y, tras una conversación breve, quedé en traer toda la documentación necesaria. Mail, chat, mensajes sms y Whatsapp, vídeos, audios, imágenes, gif. Cualquier beso y abrazo virtual recibido o realizado en este ejercicio; además de ello debía traer una relación detallada de besos y abrazos,… ¿cómo llamarlos?, carnales, dados o recibidos en la piel. Hoy estoy citada para recoger la liquidación.


Antes de entregársela me gustaría que me resolviera algunas dudas para confirmar que todo está correcto.


Claro, dígame.


Tenemos algunos asientos contables que se interrumpen bruscamente a partir de mediados de año, me pregunto si faltan datos de los meses siguientes.


No, no hay más besos y abrazos a partir de esa fecha.


De acuerdo, sí, a veces ocurre, sólo quería asegurarme. Así mismo podemos observar que, si bien tiene múltiples asientos contables de abrazos y besos regulares semanales, no hay en su documentación constancia de abrazos y besos diarios.


No, no hay constancia de ello.


Se levanta y se va a un despacho contiguo. Me distraigo observando los objetos impersonales que ocupan de forma escrupulosamente ordenada la mesa. Apoyada sobre mis codos me detengo en el segundero del reloj que marca las seis y media. Extiende su brazo hacia mí y me acerca un sobre arrancándome de cuajo de mis pensamientos.


En el sobre que le entrego se encuentra la liquidación. Para que sea más fácil su lectura incluimos un balance de comprobación a modo de esquema determinado por tres colores, verde, naranja y rojo. Supongo que intuirá qué significa cada color. En el momento en el cual vivimos los abrazos y besos virtuales suelen ser siempre más numerosos, lo inquietante podría ser si nos acercamos a los valores del rojo, eso significaría un importante superávit quizás excesivo de virtualidad; personalmente creo que ello no es preocupante si se cubre un nivel mínimo de besos y abrazos reales; no se si me estoy explicando con claridad.


Sí, sí, creo que sí.


Si me lo permite, podemos ofrecerle una variada relación de productos para corregir, en un sentido o en otro, un balance no deseado. Contamos con uno de los mejores Convertidores de Palabras en Gestos, y viceversa, es lo último que ha salido al mercado, realmente fantástico, créame


¡Vaya, esto es mejor que convertir el agua en vino! —Se me escapa una risotada que me relaja oportunamente.


No obstante, si tuviera alguna duda póngase en contacto conmigo, tiene mi teléfono.


Gracias, y feliz Nochebuena.


Salgo de allí con el sobre aun cerrado. Es una noche fría, muy fría, como es habitual en esta parte del mapa. No quiero llegar tarde, tengo muchísimas ganas de ver a la gente querida con la que voy a cenar y muchísima hambre. Antes de arrancar el coche suena el móvil. Un mensaje de Whatsapp: «Que pases una buena noche, beso»


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