martes, 27 de abril de 2021

POEMAS DE CARLOS APREA

 


Es escritor, editor, actor y director de teatro. En poesía, publicó:"la intemperie" (1999, Al Margen, La Plata); "abrigo”, (2006, Al Margen, La Plata); “Teatros y otras plaquetas”, (2009, Libros de la talita dorada, City Bell); “La camisa Hawaiana” (2010, Libros de la talita dorada, City Bell); “Pueblos fugaces” (2014, Libros de la talita dorada, City Bell); “Villa Elvira” (2014, Pixel Editora, La Plata); “Escaleno” (2016, Pixel Editora, La Plata). Antologías: "8 poetas regionales", Concurso EDELAP de poesía (2° premio), La Plata, 1997; "Poesía 36 autores", La Comuna Ediciones, Municipalidad de La Plata, 1998; “Pan, amor y poesía – Culturas alimentarias argentinas”, INTA, 2008; “Confines. Antología en tiempo de riesgo”, Pixel Editora, 2020. Ha dictado talleres de poesía y organizado el ciclo: “Poesía en la Terraza de El Espacio”, en los altos de la librería Malisia, en el período 2015/2020. Es editor de poesía en Pixel Editora, en la ciudad de La Plata, Argentina, y columnista en la Radio Comunitaria FM Futura, de misma ciudad. Ha sido co-fundador de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria, de la UNLP.



Retrato inconcluso en la memoria

a Néstor Mux

Lo que me queda de vos
no alcanza
a dibujar
un pálido identikit,
apenas una luz sombría y el regusto
amargo
de lo incompleto,
lo que no llega a ser
y por eso perturba.

No sé si estás aún
en este mundo,
o te fuiste,
en la guerra impiadosa
de nuestra pálida prehistoria,
sé que estuviste allí
donde ardía una pasión
muy joven,
al borde de una foto
envejecida
de donde te han borrado,
o te he borrado yo,
patético agente
de un poder invisible,
como si fueses un peligro
para alguien
que ha sobrevivido,
como yo,
y debe algunos pagos
no solo al destino.
Ambiguo rostro
de quien, frente al arribo
al puerto
de las maravillas
que esta vida aún sostiene,
persiste en popa,
disimuladamente,
como un testigo
silencioso,
pertinaz,
indestructible,
de la estela que va
quedando
atrás.


Tus ojos


Si tus ojos,
solo tus ojos,
no me hablaran,
nada me sostendría.

Nada de lo que existe
resistiendo el vacío,
a contrapelo
de la entropía devoradora
del tiempo.
Nada
de ese efímero fluir
al que llamamos vida,
nada
de ese despertar
que suscita la belleza
cuando nos sorprende,
nada
de ese impulso por sembrar
en los desiertos,
nada.
Nada,
salvo tus ojos
y el nítido recuerdo
de esos ojos
cuando ya no estás.


Recuerda


Ahora que llegamos
a la orilla de la bonanza
y recuperamos aliento,
recuerda
esas piedras oscuras
en el lecho del río
donde nos apoyamos
para no ser arrastrados por la corriente.
Recuerda,
tuvieron nombres propios
esos mojones mudos.
En una travesía para el olvido
ofrecieron
un pequeño sostén
desde el fondo
del agua.


(Los tres poemas pertenecen al libro Escaleno)


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