A partir de sus "Historias
para ser contadas" Osvaldo Dragún se aparta del género épico de
sus primeras producciones y sale al paso de los temas de la ciudad.
Aparentemente había culminado una experiencia y enfilaba hacia un teatro
distinto, de raíces más simples.
De las anécdotas épicas y de
ambiciosa construcción dramática de "La peste viene de Melos" y “Tupac
Amarú", a las farsas simplistas y esquemáticas de "Historias
para ser contadas" existe una diferencia notoria; en estas últimas
el autor desmonta el ornamento de sus obras anteriores y trata de incorporar el
clima de la ciudad y algunos tipos de Buenos Aires.
Pensamos que este proceso no es
accidental, sobre todo si tenemos en cuenta que esta transformación temática
del teatro de Dragún no responde a un reencuentro de nuevos valores dramáticos,
sino a su búsqueda por culminar una preocupación universalista y popular, que
en su teatro épico hallaron una forma expresiva inacabada.
El teatro épico de Dragún parte de la
necesidad de este autor de romper con una tradición dramática en la que no se
encuentra cómodo, actitud que Dragún resuelve mediante la inclusión del tema
histórico en los que encara el problema del colonialismo y la lucha de los
pueblos por su libertad. Sus dos obras de este género, "La
peste viene de Melos” y "Tupac Amarú", tienen
características similares. Los temas son grandilocuentes y de gran riqueza
anecdótica, lo que posibilita cierto grado de intensidad dramática y su
construcción escénica alcanza contornos bastante logrados
Sin embargo, ni una ni otra obra
satisfacen la exigencia de los planteos. Pensamos que Dragún, tal vez
encandilado por las posibilidades escénicas de las anécdotas, desestimó los
verdaderos valores potenciales de sus planteos, los que subordinó a la anécdota
alusiva. El problema de la libertad requería un tratamiento más profundo y el
hecho histórico debió ajustarse a una concepción más integral de la época. En
ese sentido, creemos que Dragún no indagó lo suficiente nuestra realidad y
recurrió a hacer prevalecer una trama a la que condicionó también los
personajes.
En cuanto a su teatro moderno, sus
"Historias para ser contadas" son breves brochazos
ciudadanos en los que el autor exalta un acento polémico. De estas historias,
las tres primeras son tragicomedias simples y un poco grotescas. La cuarta,
"Los de la mesa diez", es un anticipo de su última obra,
que trataremos más adelante. En la primera, un vendedor callejero muere
afectado por un flemón que no puede curarse por falta de dinero; en la segunda,
un empleado de una firma extranjera promueve el envío de carne de rata al
Africa "porque es más barata y la
consumen los negros", con lo que logra un aumento de sueldo. En la
tercera historia, un hombre desocupado se emplea como perro guardián de una
fábrica, hasta que cree que se ha convertido en perro y enloquece.
No vamos a valernos de esta obra para
definir el teatro ciudadano de Osvaldo Dragún porque—según el mismo autor lo ha
confesado— fue escrita a modo de ensayo y en muy breve tiempo. En su última
obra, "Historias de mi esquina", Dragún vuelve a encarar la vida
de la gente de la ciudad, pero esta vez con un objetivo más ambicioso. Plantea
varios conflictos alrededor de un grupo de muchachos de café, con el
consiguiente desenlace en cada uno de los problemas.
Esta obra tiene un antecedente en
"El puente" de Carlos Gorostiza, si bien su tratamiento es
fundamentalmente distinto. Ambas incursionan en la realidad social pero,
mientras que Gorostiza recurre al melodrama como forma de alegato, Dragún
plantea el tema con elementos menos artificiosos. Así este autor desecha
ciertos caracteres deformantes que parecían inevitables en este tipo de obras.
En ese sentido supera el patetismo panfletario de muchas producciones
precedentes.
Consideramos a "Historias
de mi esquina" la obra más importante de Osvaldo Dragún. Si bien
adolece, lo mismo que "Historias para ser contadas",
de cierta superficialidad en el tratamiento de los personajes, el tema del
barrio y sus seres habituales le exigen ahondar más en la realidad ciudadana.
El aspecto social de este teatro de Dragún contiene un marcado rasgo de alegato
al que, a nuestro entender, el autor recurre con la intención de promulgar
ideas y preocupaciones sociales que resumen su actitud polémica. El esfuerzo de
Dragún por dar un contenido social a su obra, al no hallar una forma expresiva
adecuada, se desbarata a través de personajes esquemáticos cuyas actitudes
vivenciales se ajustan a una preocupación social preconcebida. Pensamos que la
inquietud polémica y disconformista de Dragún debe ampliarse a una concepción
más integral de la realidad del hombre. En parte intelectualiza su pensamiento
revolucionario y su replanteo artístico se limita al esquema tipo.
"Historias de mi esquina"
es el punto de partida de la dramática de Dragún, sobre ese estilo deberá
insistir en sus futuras obras. Posee para ello un buen oficio de dramaturgo y
grandes preocupaciones que incorporará definitivamente a su teatro en la medida
que maduren sus experiencias vitales. Ello requiere una mayor elaboración de
sus futuros temas. En ese aspecto pensamos que su labor conjunta con la del
Teatro Fray Mocho parcializa en parte, el alcance de su capacidad creadora. La
seguridad de la puesta en escena ha contribuido a limitar su sentido
autocrítico y lo ha llevado a condicionar sus obras a las exigencias escénicas
de ese teatro.
Esperamos la futura labor de Osvaldo
Dragún, con la confianza de que su capacidad potencial evolucionará hacia una
dramática de mayor envergadura.