Introducción
La luna ilumina el gesto
de quien me roba la energía instintiva.
Señala algo que no debo olvidar:
la realidad de aquel incendio
dentro de mí, el valor
de lo que sé.
La superficie necesaria de mis palabras.
La noche se sincera, se libera de miedos
retoma un equilibrio.
Tal vez somos nosotros, tan distantes
a los dos que empezaron.
Aún estamos juntos y por obra
de una perspectiva solo vemos
el fracaso de los intercambios,
su tope
lo que cae.
Eso que asoma en la fiesta acabada.
Cosas tan bellas así se desmoronan,
espacios que fueron creíbles muestran
su cara irreal.
Es el efecto de tu pensamiento, el mío
se mantiene junto a lo que ama,
dispuesto a desatar la creación.
Una casa nueva en un rincón entrópico,
un lugar poético en lo tachado.
Mientras dormías, una de mis
manos se acercaba
al lugar de tu corazón.
La otra se apoyaba sobre el mío.
Yo era el puente, el centro compartido de una ilusión.
Mientras dormías
yo hacía foco en la quietud de tus manos
el fuelle de tu pecho
y la línea que sube por las piernas directas,
firmes también en el abandono.
Descansabas respirando mi
aire y yo
te admiraba la carne, te deseaba la fuente
la
minúscula fuente.
Eras el centro de una escena casi quieta
en la que solo se escuchaba un secreto
de nadie a nadie
de dos a una.
Una palabra reconocida
y suficiente.
Lo que de mí te busca es lo mamífero
este calor variable de la sangre
la tibieza colmada del cuerpo cuando estás.
Lo que te habla es mi voz asumida,
la condición humana realizándose.
El negocio que hacemos es animal.
No olvides
el colchón de una noche de junio,
el sueño del invierno, las ruedas preparadas.
Lo que las manos hornearon juntas.
Y tampoco olvidemos
la tarde oscurecida en ruta de montaña,
la lluvia por camino de tierra,
nuestros roles sincronizados.
O el gesto compartido de comprar dos paraguas
y esperar en el centro de una selva
que el agua se desborde
hasta mermar.
Ana Lafferranderie es
uruguayo-argentina. Nació en Montevideo en 1969. Se mudó al otro lado del Río
de la Plata en 1990. Desde entonces vive en Buenos Aires, aunque siempre
desplazándose entre ambas ciudades.
Libros
publicados: El cielo tácito (Sigamos
Enamoradas, 2007), Volcar la cuna (Ediciones
del Dock, 2012) —por el cual obtuvo el Primer premio de poesía del Fondo
Nacional de las Artes de Argentina, edición 2011—, Día primero (Ediciones del
Dock, 2015), Algo no pasó,
publicado en México en 2016 (Cartopirata) y Casi real (La
Castalia-Línea Imaginaria, 2020). Tiene dos libros aún inéditos: La extraña raíz y Zumbido de insectos.
Los poemas aquí publicados corresponden a su libro La extraña raíz.